Existe
un auge de los abrazos profesionales en EE.UU.
Por
US$80 la hora y hasta US$400 por la noche entera, la mujer de 33 años y madre
de tres hijos se pone un pijama de franela, guarda las fotos de su familia y
recibe a clientes en su habitación en Highland, una población a hora y media en
auto de la ciudad de Nueva York.
Una vez que está en posición detrás de su cliente en la
cama, se asegura que todo
se mantiene estrictamente en el ámbito platónico.
El
negocio de abrazar y apapachar por una tarifa está despegando en Estados Unidos,
aunque los participantes
permanecen acostados con la ropa puesta.
Miles de personas alrededor del
país están reservando citas con profesionales del abrazo en al menos 16
estados. Los que ofrecen
este servicio apapachan, hacen cosquillas y reparten abrazos de oso a clientes
por una tarifa fija.
Los clientes, que dicen que contrataron sus primeros
servicios por mera curiosidad, señalan que se están volviendo aficionados a los beneficios
terapéuticos.
“Me he convertido”, dice una importante escritora y
editora independiente de 35 años, en el estado de Washington. La primera vez que contrató a un
profesional del abrazo fue después de escuchar hablar del tema a los miembros
de su club de lectura, y pensó que le daría buen material para un
ensayo. Una vez abrazada,
“me sentí transformada”, dice.
Aunque
el negocio de los abrazos por contrato ha existido por años, el interés se ha
acelerado con nuevas aplicaciones en línea y servicios para conocer gente.
Ya hay planes para realizar una convención de profesionales del abrazo.
Una
aplicación gratuita, Cuddlr, fue lanzada en septiembre y ya tiene alrededor de
240.000 descargas, según, su fundador y desarrollador.
La
aplicación basada en ubicación geográfica permite a los usuarios encontrar
personas cercanas para que los abracen. Entre 7.000 y 10.000 personas están usando el servicio a
diario, señala. El eslogan de la empresa: “¿Alguna vez has querido que solo te abracen?”
El sitio web Cuddle Comfort ofrece un servicio que enlaza a personas donde los miembros pueden
subir fotos, perfiles y encontrar otros que estén interesados en acostarse
abrazados sin sexo.
El sitio gratuito tiene ahora alrededor de 18.000 miembros, dice su
fundador. Entre las discusiones recientes en el portal están los mejores
géneros de películas para apapacharse.
La
idea no es bienvenida por todos. Cuando Jacqueline Samuel, de 31 años,
abrió su negocio en Rochester, estado de Nueva York, los vecinos creyeron que atraería a extraños
indeseados. Hace dos años, Samuel mudó el negocio a una zona comercial donde cobra US$50 por 45 minutos
o US$425 por una sesión de toda la noche.
The
Snuggle House, un negocio en Madison, Wisconsin, cerró en 2013 en medio de quejas
de los residentes de que el lugar se convertiría en una fachada para
expresiones amorosas más abiertas.
Oficiales de policía contactados en media docena de
ciudades donde operan negocios de abrazos profesionales dicen que no han recibido quejas y que las
operaciones parecen ceñirse a la ley.
A
diferencia de los terapistas de masajes, que usualmente pasan por una
capacitación específica y reciben licencias, los profesionales del abrazo no
tienen certificación. La supervisión de los negocios recae en las
regulaciones y ordenanzas de cada municipalidad.
La imprecisa naturaleza del servicio —en parte terapia de
masajes, parte psicología clínica— puede decepcionar a clientes y conducir a pedidos extraños,
dicen trabajadores del sector. Una profesional del abrazo dice que rechazó el pedido de un cliente de
ponerse ropa ceñida al cuerpo. Otro cliente quería acostarse solo
vistiendo traje y corbata.
“Tuve
una clienta que quería que le hiciera cosquillas toda la sesión”, dice
un profesional del negocio de 27 años, en San Francisco.
La
industria empezó en EE.UU. hace por lo menos cinco años, según los
emprendedores del negocio, que llaman a Sigley un pionero en este campo.
El ex estudiante de
psicología y alguna vez bailarín exótico, dice que lanzó su negocio de San
Francisco, Cuddle Therapy, porque estaba frustrado por las restricciones de tocar a
los pacientes durante las terapias sicológicas.
Algunas empresas piden a los clientes que firmen un contrato en el que
se establece qué tipo de caricias son permitidas. Otros se apoyan en un
diagrama del cuerpo que estipula en rojo qué partes están fuera de los límites.
En un negocio en Oregon, llamado Cuddle Up To Me, se permite tocar las piernas,
pero no por encima del muslo. La empresa usa cámaras de seguridad para monitorear las
sesiones.
Algunas empresas exigen que los clientes se bañen y se cepillen los
dientes antes de empezar.
Estudios
han demostrado que existen beneficios físicos y emocionales tangibles del roce
de cuerpos. Puede elevar
los niveles de oxitocina, una hormona de la vinculación emocional
producida por el hipotálamo que promueve sentimientos cálidos. Las caricias
físicas pueden reducir el
ritmo cardiaco y aliviar el estrés, según investigación académica.
Una ex profesora de secundaria de 49 años, abrió Cuddle Connection en
febrero, en California. Dice que las sesiones en su empresa se realizan en sillas reclinables
o cojines grandes ya que hacerlo en camas les daría a los clientes la idea equivocada.
Algunas mujeres han enviado a esposos y novios para que aprendan la forma de
abrazar correctamente.
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