Las
exigencias actuales para medir el éxito de los niños –desde la escuela primaria
hasta la admisión a la universidad—han eliminado a las tareas del hogar de las
prioridades de muchos padres jóvenes.
Según una encuesta reciente de Braun Research, 82% de los padres consultados
reportó haber realizado esas tareas de chicos, pero sólo 28% de ellos se las
reclaman a sus propios hijos. Con la presión de tener aprender mandarín,
presidir el club de ajedrez o conseguir un galardón escolar, las tareas del hogar han sido
desplazadas por los imperativos de la construcción de una hoja de vida.
Sin embargo, no es tan claro que estas actividades constituyan un mejor empleo
del tiempo de los niños.
“Los
padres de hoy quieren que sus hijos pasen más tiempo haciendo cosas que les
sirvan para alcanzar el éxito en su vida adulta, pero irónicamente
dejaron de pedirles que hagan algo que es un probado indicador de éxito: las
tareas del hogar”. Décadas
de investigaciones demuestran los beneficios académicos, emocionales y
profesionales de dichas tareas.
La próxima vez que su hijo quiera esquivar las tareas del
hogar con el argumento de que tiene que hacer tareas para la escuela, resista la tentación de decirle
que sí, dice la autora de Teach Your Children Well. Ser permisivo con las tareas de
hogar cuando éstas compiten con las de la escuela envía a los hijos el mensaje
de que las calificaciones y los logros académicos son más importantes que la
preocupación por los demás. “Puede parecer un mensaje insignificante en
este momento, pero llega a ser un mensaje muy grande con el correr del tiempo”,
afirma la experta.
Estas
son las mejores maneras de motivar a sus hijos para que colaboren con las
tareas de la casa:
Cuide
su lenguaje. Un estudio realizado el año pasado con niños de 3 a 6 años encontró que agradecer a los
niños por “ser una gran ayuda” en lugar de por simplemente “ayudar”,
incrementa significativamente su deseo de colaborar con las tareas de la casa.
El estudio determinó que lo
que motivaba a los niños era la idea de crear una identidad positiva, el ser
reconocidos como alguien que ayuda.
Planifique
los horarios. Marque las tareas en el calendario junto con la lección de
piano y la práctica de fútbol. Esto indica consistencia de propósitos.
Hacerlas
como jugando. Al igual que los videojuegos, empiece por darles algo
pequeño para hacer y vaya agregando
“niveles” de responsabilidad, desde ordenar la ropa a ganar el derecho
de usar la máquina lavadora.
Separe
la mensualidad de las tareas. Diversas investigaciones sugieren que los
reconocimientos externos pueden en realidad afectar la motivación y el
desempeño. El pago de
dinero a cambio de hacer las tareas del hogar convierte un acto altruista en
una transacción comercial, y disminuye así la motivación para ayudar.
Discriminar
bien el tipo de tarea. Para desarrollar conductas pro-sociales como la empatía, las tareas
deben ser constituir una rutina y no estar focalizadas en el auto-cuidado
(limpiar el propio cuarto o lavarse la ropa), sino en el cuidado de la familia (barrer la casa o
lavar la ropa de todos). Algunos psicólogos dicen que incluir a los niños en la elección de las tareas
por realizar los incentiva luego a hacerlas.
Cambie
su modo de hablar. Para mejorar la colaboración de los pequeños, se
sugiere que en lugar de
decirles “haz tus tareas”, les diga “hagamos nuestras tareas”. Esto
enfatiza la noción de que las tareas no son sólo un deber sino una manera de
cuidar de los demás.
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