AJO:
Antes de ver los múltiples beneficios que pueden esperarse de él, veamos
primero sus contraindicaciones. Hay que evitar en tomarlo si uno está afectado por una enfermedad de la
piel como el eccema, cuyas manifestaciones podría agravar. También hay
que evitar dárselo a las
mujeres que alimentan a sus hijos, ya que altera su leche, con lo que
podrían provocar cólicos a los bebés lactantes. Puestas aparte estas dos
excepciones, el ajo
conviene a todos y tiene efectos benéficos sobre casi todo. Estimula el corazón, hace bajar
la tensión arterial y activa la circulación de la sangre, facilita la
digestión, se opone a la proliferación de los microbios, hace caer la fiebre,
ayuda a la eliminación de los parásitos y facilita incluso la expectoración,
lo cual le vale el ser considerado como un antídoto del tabaco.
La mejor forma de consumirlo, es por supuesto incorporándolo, preferentemente
crudo, a las salsas.
Se puede también espolvorear con él las carnes, las piernas de
cordero o los rosbifs. Para incorporarlo a los platos cocidos a fuego lento,
Robert Landry aconseja «echar
en la sartén los dientes de ajo sin pelar, simplemente aplastados con un
puñetazo sobre la mesa de la cocina». Si se buscan unos efectos más
rápidos y profundos, hay otras preparaciones más específicas que resultan más
recomendables. He aquí algunas de ellas, preconizadas por Jean Palaiseul: «Para hacer bajar la tensión: un
diente aplastado y puesto en maceración por la noche en un vaso de agua, a
beber por la mañana en ayunas».
Para abortar un catarro nasal:
Respirar
varias veces al día un diente de ajo aplastado o cortado a trozos…»
Para
facilitar la digestión, suprimir las fermentaciones y los gases intestinales:
Una infusión ligera (5 a 10 gramos por litro de agua),
añadiendo un poco de melisa o de angélica, una taza después de cada comida.
Contra
las lombrices intestinales y también la hidropesía: dos veces al día,
una decocción de 25 gramos de ajo para un vaso de agua o de leche
(dejar cocer a pequeños hervores durante 20 minutos.
Contra
la tos ferina, la tos, el catarro bronquial y, en general, las afecciones
pulmonares: echar 250 gramos de agua hirviendo sobre una cantidad
variable de ajo picado (para los adultos, de 50 a 60 gramos; para los niños
hasta un año, 15 gramos; hasta cinco años, 25 gramos; hasta doce años, 40
gramos). Dejar macerar durante doce horas; a tomar cada dos horas, con las
dosis siguientes: una cucharada de café hasta cinco años, una cucharada de postre
hasta doce años, una cucharada sopera más allá de los doce años…» Y finalmente,
esta última receta, también de Jean Palaiseul: «Contra la extinción de la voz:
comer un diente de ajo cuatro o cinco veces al día…»
ALBAHACA:
Es el segundo componente de la sopa al pistou (Sopa típica provenzal, hecha a
base de ajo y de tomates asados), pero su papel culinario no se queda ahí. Se
puede utilizar igualmente para aromatizar los platos de ensalada. Además del
delicado sabor que confiere a las distintas preparaciones, permite también
digerirlas con toda quietud. Es quizá por esta razón que los hindúes, que
habían divinizado esta planta, le consagraban ofrendas de arroz, el alimento
por excelencia.
ANÍS:
Los granos de esta planta de la familia de las umbelíferas son utilizados sobre
todo en forma de esencia para aromatizar los productos de pastelería. De todos
modos, no puede olvidarse que jugaban un papel preponderante en la preparación
del ajenjo, el terrible «verde» que tanto daño hizo a finales del siglo pasado,
y por lo tanto no utilizarlo más que con precaución. Sin embargo, unas pocas
gotas de esta esencia tomadas sobre un terrón de azúcar terminan rápidamente
con las náuseas y los vértigos.
APIO
SILVESTRE: Las amas de casa del Mediodía francés utilizan esta planta de
la familia de las umbelíferas, prima del apio, para aromatizar su sopa al
pistou. Las «comadres» italianas le dan el mismo uso en su minestrone.
Obtienen, gracias a él, unos caldos altamente diuréticos y, al parecer,
afrodisíacos. Pero esto permanece en el secreto de las propias familias, y es
ahí donde hay que ir a buscar la clave de la fuerte natalidad que caracteriza a
esa zona.
CANELA:
Los chinos utilizaban ya la corteza del canelero de Ceilán dos mil setecientos
años antes del nacimiento de Cristo, ya que se halla citada en el más antiguo
tratado de botánica que existe en todo el mundo, la recopilación de Shen-nung.
Lo que no precisa la obra es si era utilizada entonces debido a sus virtudes
sudoríficas o antitúsicas. A menos que el refinamiento del Extremo Oriente la
empleara ante todo por sus virtudes afrodisíacas. Sea como sea, todas estas
propiedades hacen que, tomada con una bebida hirviendo (un caldo de carne o un
vino muy caliente), la canela permita luchar contra todos los ataques del invierno.
CLAVO:
En el lenguaje popular, el botón de la flor del clavero es apodado el «clavo
del amor», lo que no deja ninguna duda acerca de la principal de sus virtudes.
Sin olvidar, naturalmente, su delicado sabor, que se comunica tanto a las
salsas como a las carnes. Asociado con la canela y la nuez moscada, en la
preparación del vino caliente, el clavo permite obtener una bebida a la vez
tónica y bienhechora.
ENEBRO:
De él se extraen, o con él se aromatizan, algunos alcoholes, en particular en
los países nórdicos. Gracias a lo cual a los bebedores de ginebra, de aquavit o
de schiedam se les supone que ignoran la gota y los reumatismos. De todos
modos, si se quieren evitar algunos otros pequeños fastidios, es preferible
limitar la cura a las bayas que condimentan algunos platos como la choucroute,
algunos fiambres y otras conservas. Se beneficiará uno también, sin peligro, de
sus virtudes diuréticas y antisépticas.
ESTRAGÓN:
El profesor Binet estimaba que él solo podía reemplazar a la vez la sal, la
pimienta y el vinagre. Recomendaba a los enfermos del estómago o aquellos que
debían seguir un régimen sin sal que lo utilizaran para sazonar sus platos y
verduras crudas. Esto no es todo. Esta planta, de origen mongol o tártaro,
introducida en Europa por los moros cuando conquistaron España, encierra
igualmente un aceite esencial, el estragol, cuya acción aperitiva es
incontestable. No es pues por azar si, muy a menudo, sirve de acompañamiento a
los entremeses (entradas).
JENGIBRE:
«El hombre sin jengibre pierde a la vez sus fuerzas y su mujer», pretende un
viejo proverbio chino que debe ser completamente cierto puesto que, pese al
cambio de régimen ?¡político!?, se continúa consumiendo en grandes cantidades
en las orillas del Yang-tse-kiang. Y es que los hijos del Celeste Imperio
conceden una muy gran importancia al ejercicio de su virilidad, el cual es
poderosamente secundado por esta planta.
Pero esto no es todo. Se sabe que China es un país
inmenso donde las comunicaciones no son siempre tan rápidas como se querría, en
particular para los productos alimenticios. El jengibre tiene la propiedad de
neutralizar los nefastos efectos de una carne o de un pescado cuyo frescor deja
que desear.
LAUREL:
En primer lugar, es precioso como ingrediente en preparaciones a veces muy
pesadas, las cuales ayuda a digerir. Luego, en infusión, ayuda a terminar con
las bronquitis crónicas. Finalmente, el aceite que se extrae de sus bayas
constituye un bálsamo excelente contra los reumatismos.
MEJORANA:
Posee muchos poderes, principalmente contra las afecciones nerviosas. Así,
termina con los insomnios más rebeldes y con los dolores de estómago o las
afecciones de hígado de origen nervioso. Tomada en infusión, permite igualmente
calmar los tics, el asma, los catarros agudos o crónicos, las bronquitis o los
accesos de tos.
MENTA:
En la actualidad, se la utiliza aún en Oriente para aromatizar el té, y los más
potentes emires no salen jamás sin llevarse un ramillete, que respiran tanto
para luchar contra los olores nauseabundos como para mantener su ardor viril.
En cocina, se la puede añadir a distintas salsas, entre ellas la bearnesa.
Consumida así, permite paliar las insuficiencias
sexuales, la inapetencia, la fatiga intelectual, etc. Pero hay que hacer notar
que su acción resulta decuplicada cuando es tomada en infusión. Tampoco hay que
echar de lado el alcohol de menta, del que algunas gotas tomadas sobre un
terrón de azúcar permite sobreponerse a los desvanecimientos o las dificultades
digestivas.
MOSTAZA:
Parece que hace más de tres mil años que los chinos la conocen, pero en Francia
se ha hecho famosa la que se prepara en la región de Dijon. Mezclada con
vinagre y algunos otros aromatizantes, acompaña en todas las mesas del país a
todo tipo de carnes y entra en la composición de un enorme número de salsas.
Este empleo resulta perfectamente justificado en la medida en que, preparada así, facilita la
digestión y estimula el funcionamiento del páncreas, así como el de las
glándulas suprarrenales. Sin embargo, hay que ir con cuidado de no abusar de
ella, puesto que entonces «se sube a la nariz» y echa a perder el estómago. De todos modos, es
tan solo un daño relativo si se utiliza una mostaza perfectamente natural. Las
cosas empeoran cuando hay que enfrentarse con un producto de origen químico. En
este caso los daños pueden ser considerables. Así, algunos países del Mercado
Común,
Alemania en particular, obtienen un gran negocio con
estos sucedáneos que de mostaza no tienen más que el nombre. Hay que desconfiar
de ellos. Utilizada en sinapismo, la harina de mostaza es un remedio eficaz
contra los enfriamientos y los dolores, pero a condición de añadirle tres veces
su peso de harina de lino para evitar quemarse gravemente la piel.
NUEZ
MOSCADA: La nuez moscada, que hemos visto ya asociada con el clavo y con
la canela en la preparación del vino caliente, es un estimulante del estado
general y de las funciones digestivas.
PAPRIKA:
Se le llama también guindilla suave, y se le presta la facultad de devolver un
poco de memoria a los amnésicos, al tiempo que ayuda poderosamente a aquellos
que, por exceso de trabajo o de preocupaciones, llegan incluso a olvidar el
nombre de sus interlocutores.
PEREJIL:
Antes de brotar de la tierra, se dice, debe rendir siete veces visita al
diablo, y no puede escapar a su influencia más que a condición de que quien lo
haya plantado sea un hombre bueno y justo. Esto explica quizá las múltiples
cualidades de esta planta de la familia de las umbelíferas que, en el
transcurso de sus diferentes periplos subterráneos, tiene ampliamente ocasión
de cargarse de sales minerales y vitaminas.
Sea como sea, todo el mundo se pone de acuerdo en
reconocer que, rico en hierro, en calcio, en diversos oligoelementos, así como
en vitamina C, es, para utilizar las palabras de Lucie Randouin, «uno de los
alimentos con seguridad más preciosos» que la naturaleza pone a nuestra
disposición. Pero en cambio es muy frágil y se oxida muy rápidamente a la luz.
Es por esto por lo que se aconseja consumirlo en la hora siguiente a la
recolección, o conservarlo envuelto en papel de aluminio. Con lo cual se pueden
aprovechar completamente sus propiedades diuréticas, tónicas y afrodisíacas.
PIMIENTA:
La mejor y la peor de todas las cosas, según el empleo que se haga de ella.
Abusar de ella amenaza no solo con desgastar las papilas gustativas, sino
también provocar lesiones estomacales. Aunque es conveniente observar que las
cocinas tropicales, que hacen un uso casi inmoderado de las especias,
se corresponden perfectamente con los climas bajo las
cuales son consumidas. En nuestros países templados, no hay ninguna necesidad
de intensificar las raciones de pimienta para empujar la digestión y luchar
contra algunos parásitos. Sin embargo no hay que despreciar tampoco sus efectos
afrodisíacos, aunque sin olvidar que el hábito es el peor de los antídotos.
ROMERO:
Unas ramitas de romero realzan agradablemente el aroma de cualquier salsa. En
cambio, lo que menos se sabe es que esta labiácea ayuda poderosamente a la
digestión, y que aromatizar con ella una carne pesada ?un asado de cerdo, por
ejemplo?, evita dificultades gástricas. Pero esta planta tiene también muchas
otras cualidades que hacen de ella, al igual que el perejil o la cebolla, una
especie de panacea. Antirreumática y vigorizante, favorece tanto la eliminación
de los gases intestinales como la de la orina.
En las mujeres, ayuda a la regulación del ciclo
menstrual. Paralelamente, empuja la sudación, combate la infección y, por el
mismo motivo, ayuda a la cicatrización de las heridas. Algunas investigaciones
han demostrado que modifica también el proceso de secreción de la bilis,
aclarándola al tiempo que aumenta su volumen. Hay que convenir que todas estas
ventajas no son de despreciar. Sobre todo teniendo en cuenta que, para
aprovecharse de ellas, ni siquiera es necesario dedicarse a realizar
preparaciones especiales. Como hacían nuestros antepasados de la alta Edad
Media, podemos degustar algunas hojas ?las más tiernas? crudas, por la mañana
en ayunas.
Esto perfuma el aliento y, al parecer, aumenta la agudeza
visual. Pero sobre todo uno puede contentarse con adornar con él los platos y
las salsas, a menos que se prefiera preparar un vino (200 gramos de hojas frescas,
60 gramos de hojas secas, maceradas durante quince días en un litro de vino)
diurético y fortalecedor, o un elixir de belleza procediendo del mismo modo
pero con alcohol.
TOMILLO:
Esta planta y con ella el serpol encierra un aceite esencial, el timol, del
cual Vincent d’Auffray dice que es «un antiséptico veinte veces más activo que
el fenol, sin ninguno de sus inconvenientes». Además, hoy se ha demostrado que
un bacilo no resiste más de treinta y cinco a cuarenta minutos la acción de la
esencia de tomillo.
Naturalmente, no es la pequeña rama del bouquet garni
(Ramillete de hierbas aromáticas utilizado en Francia como condimento y
compuesto por perejil, tomillo y laurel) lo que remedia todas las afecciones
sobre las que triunfa el tomillo. Sería ilusorio creerlo, pero también sería
vano despreciar el hecho de que esta presencia ínfima, asociada a los otros
componentes de este aromatizante, facilita la digestión de algunas salsas un
poco pesadas. Es en infusión ?una o dos ramas por cada taza de agua hirviendo?
donde el tomillo es más eficaz. Consumido de este modo,
alivia, según Jean Palaiseul, «las digestiones penosas, las fermentaciones
intestinales, los gases, las hinchazones de vientre, la falta de apetito, las
debilidades cardíacas, la anemia, la fatiga física o intelectual, las
angustias, la neurastenia, los accesos convulsivos de tos, las afecciones de
los bronquios (asma, bronquitis), la gripe, los enfriamientos, los insomnios,
los trastornos hepáticos o de la menstruación, y las infecciones de las vías
urinarias».
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios