Durante
milenios, personas de diferentes culturas han comprobado la relación entre
alimentación y salud. Los curanderos chinos tradicionales recetaban alimentos
específicos para vigorizar la energía vital del cuerpo, y los antiguos indios,
egipcios, griegos y romanos también sabían que las propiedades medicinales y
curativas de ciertos alimentos cumplían un papel vital en la salud humana.
Esta creencia la puso por escrito hace más de 2500 años Hipócrates, el padre de la
Medicina: "Que la medicina sea tu alimento, y el alimento, tu medicina."
La idea de que el alimento puede ser medicina termina donde empezó. Lo que las
gentes de aquellas antiguas culturas creían acerca del valor terapéutico de
ciertos alimentos lo está confirmando la moderna ciencia nutricional.
Los fundamentos
Hace un siglo, los científicos descubrieron las
sustancias alimenticias vitales - vitaminas y minerales - que curaban
enfermedades nutricionales debilitantes y conservaban la salud.
Hallaron
que si el organismo no obtiene los nutrientes adecuados, su funcionamiento
peligra. Por ejemplo, se comprobó que una deficiencia de calcio producía
osteoporosis; la de hierro, anemia, y la de folato, defectos congénitos.
Junto
con la información básica de la relación entre nutrientes y prevención de
enfermedades se comprendió que se necesita un amplio espectro de
nutrientes para aportar energía a todas las células, fomentar el crecimiento y
desarrollo normales, y propiciar la longevidad.
La nueva nutrición
Hoy
estamos ante una nueva y asombrosa era de la investigación sobre nutrición.
Los científicos han ido más allá de vitaminas y minerales, y empezado a identificar
nutrientes que pueden tener un papel activo en la prevención o la curación de la
enfermedad.
La investigación muestra que un solo alimento vegetal
puede contener cientos de nutrientes que combaten enfermedades - los fitoquímicos
-compuestos responsables del brillante color y el distintivo sabor y aroma de
frutas, verduras y cereales enteros. Los alimentos de todos los días -como guisantes o patatas o manzanas-
contienen nutrientes que pueden ayudar a detener el cáncer, las cardiopatías,
la depresión, la obesidad, las alergias y otros trastornos.
Los fitoquímicos en su estado natural actúan como
barreras, protegiendo a las
plantas contra insectos, bacterias, luz ultravioleta y otras amenazas
ambientales.
Por fortuna, los beneficios de los fitoquímicos van más
allá del mundo botánico: parece que protegen al organismo de la enfermedad de
varias maneras. Según las
investigaciones, muchos fitoquímicos ayudan al cuerpo a deshacerse de
potenciales sustancias peligrosas, incluyendo carcinógenos, y protegen
el AON de las células de daños que pudieran desencadenar una enfermedad. Muchos
fitoquímicos estimulan las células inmunitarias del cuerpo y las enzimas que
combaten infecciones. Otros
ayudan a equilibrar niveles hormonales, reduciendo el riesgo de
alteraciones y cánceres relacionados con el sistema hormonal, como los síntomas
de la menopausia, y el cáncer de mama y de próstata. Y muchos fitoquímicos
funcionan como antioxidantes, neutralizando los dañinos radicales libres
(moléculas de oxígeno inestables) que pueden tener relación con la aparición de enfermedades
degenerativas.
Importancia de alimentos enteros
Como la investigación fitoquímica es una ciencia nueva,
todavía no se han establecido ingestiones óptimas y seguras de fitoquímicos. Lo mejor para obtenerlos es
consumir alimentos variados, beneficiosos por muchas razones: igual que los
fitoquímicos de un solo alimento pueden unir fuerzas para combatir la
enfermedad y aumentar el bienestar, los fitoquímicos de muchos alimentos
se unen para propiciar la buena salud. Y parece que fibras, vitaminas,
minerales y otras sustancias de los alimentos pueden incrementar y regular las
acciones de los fitoquímicos.
Lo que nos depara
el futuro
La
investigación actual está en vías de identificar no sólo las sustancias
saludables, sino también sus sinergias y la forma en que los nutrientes actúan
en el cuerpo. Por ejemplo, los científicos están explorando la
biodisponibilidad de nutrientes de los alimentos (está en el alimento, pero
¿puede nuestro organismo aprovecharlo?), el mecanismo por el cual esos
nutrientes pueden combatir toxinas ambientales, y los efectos del procesamiento
en la calidad de los fitonutrientes o los investigadores también esperan descubrir cómo ciertos
alimentos pueden influir en aspectos complejos de la salud humana, como
estado de ánimo, memoria, longevidad y sensibilidad inmunitaria.
También estamos asistiendo a innovaciones enormemente
prometedoras como resultado de
la investigación de los "alimentos funcionales". Al entrar en
este nuevo milenio, la ciencia de la nutrición nos permitirá entender cómo las
propiedades químicas de un alimento, la interacción de sus nutrientes con otros
alimentos (y con medicamentos), sus compuestos orgánicos, fitoquímicos y
micro-nutrientes trabajan para evitar la enfermedad y mejorar la salud humana.
Cada
año se descubren nuevas interacciones y efectos benéficos de los fitoquímicos.
¿Y cuántos otros compuestos fitoquímicos curativos que falta descubrir formarán
parte de nuestro arsenal de alimentos combativos?
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