Alguna vez has escuchado que la gota de agua que cae una y
otra vez sobre una roca, la taladra.
Sí, la frágil agua perfora la fuerte roca gracias a que es
pertinaz, la horada porque persevera.
Piénsalo y elige ser constante derrotando las dudas y
afianzando la confianza en Dios y en ti.
Sé
tan insistente como la gota de agua y la perseverancia te llevará a
conquistar tus metas.
Eso sí, ilumina tu constancia con la sabiduría para saber cuándo
debes cambiar de estrategia.
En efecto, insistir sin inteligencia no es perseverancia,
es terquedad o una insensatez.
En los tiempos de abatimiento y dolor,
apela a tu fe y siente a Dios.
Piensa en lo mejor y no te
rindas.
Después de una sequía llega una buena
cosecha cuando eres
paciente y cultivas una fe sin grietas.
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