Casi
todos los días asistimos a la triste realidad de la violencia doméstica. Es
algo que existe; es inútil mirar hacia otro lado. Las mujeres víctimas de
maltrato físico, sexual y psicológico parecen ser cada vez más y muchas, aún no
han encontrado la fuerza para dejar un ambiente tóxico que amenaza sus vidas.
Pero
otra realidad de la que sabemos poco, es la violencia que ejercen las mujeres
contra los hombres. No sabemos a ciencia cierta por qué los hombres no
denuncian los malos tratos, pero es probable que la vergüenza y un machismo
oculto, sean los verdaderos motivos.
Un
dato curioso, es el de que muchas de las mujeres que maltratan a sus parejas,
fueron a su vez maltratadas por ellos en algún momento y viven este fenómeno
como una especie de revancha o castigo.
En
otros casos, las mujeres golpean, amenazan, lastiman e incluso matan a sus
cónyuges por celos, porque quieren separarse de ellas o por cuestiones
financieras.
Las cifras siguen siendo muy dispares, pero lo triste es saber que la
violencia está presente. Una mujer muere a manos de un hombre cada 2 días, mientras que un
hombre muere víctima de la violencia doméstica cada 14 días.
Está claro que las mujeres siguen siendo por lejos las primeras víctimas de la
violencia conyugal, sin embargo, el caso de los hombres violentados es más habitual de lo
que pudiéramos pensar.
Este
tipo de violencia es tabú y en consecuencia, no se pueden elaborar
estadísticas confiables. Los
hombres hablan menos y también denuncian menos. Cuando 10 de cada 100
mujeres denuncian las agresiones por parte de sus parejas, tan sólo 3 de cada 100 hombres
se atreven a hacerlo ante la Justicia. ¿Es posible que la cifra sea
mayor? Tal vez.
La
violencia contra las mujeres es objeto de campañas muy mediatizadas y
está bien que así sea, porque todo lo que se haga para terminar con estos
hechos aberrantes, es útil; pero también es cierto que existen pocas estructuras que atiendan la
problemática de los hombres golpeados.
Asimismo, el tipo de violencia que reciben
tanto unos como otros, también marca diferencias.
Los
hombres suelen ser víctimas de más violencia física que sexual, mientras que las mujeres reciben
maltrato físico, psicológico, sexual y financiero.
Por lo general, los asesinatos son consecuencia de una
discusión.
Al
pasar a la acción, los hombres utilizan un arma de fuego, mientras que las
mujeres usan un arma blanca.
Lo que sí tienen en común, es que la violencia deliberada
es tanto de hombres como de mujeres. Pocas veces el homicidio es involuntario.
Un aspecto del que también poco se habla, es del rol que cumplen los hijos
en este círculo vicioso de violencia. Los padres están tan invadidos por
sus traumas y su violencia que
no ven que las principales víctimas son los niños, que no tienen opción y deben vivir dentro de un
ambiente enviciado por las agresiones y las peleas.
A menudo, terminan siendo los más perjudicados, ya que o
bien son también víctimas de violencia o deben pasar de familiar en familiar, viviendo de acogida.
Nunca
la violencia ha servido para solucionar los conflictos. Al contrario, sólo
aumenta las diferencias y nos sumerge en un mundo horrible que sólo puede tener
un triste final.
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