Hay acciones funestas en la vida de
pareja: discutir por todo, despreciar, creer que tienes la razón, confrontar.
Son juegos de lo que se llama amor sin
serlo, son tóxicos,
y van creando una espiral negativa de autodestrucción.
Lo
extraño es que esos males
crecen incluso cuando ambos piensan que están haciendo lo posible por salvar o
mejorar su relación.
No son conscientes de que esas acciones
son precisamente las que acaban por sabotear todo.
Sí
porque descalifican y desprecian al otro y a sí mismos generando frustración, angustia y
conflictos.
Salir
de estos juegos tan dañinos resulta complicado si las parejas se enseñan a eso, aunque les genere
sufrimiento.
Todo mejora cuando se acalla el ego
soberbio, y se decide amar, o sea, respetar, comprender y dar lo mejor.
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