Un día una bella tacita le habló a un
joven impaciente: ¡Yo no siempre he sido esta taza que sostienes ahora!
Hace tiempo solo era un montón de barro
amorfo y un alfarero se dedicó a amasarme y le dije: "No más, déjame en
paz", pero él
replicó: "Aguanta un
poco, aún no es tiempo".
Después
me puso en un horno. ¡Uf,
qué calor! Y le dije: ¿Por qué? Y Me contestó: "Aguanta un poco, aún no es tiempo"
Al fin me sacó y me puso en una repisa
de enfriamiento.
Luego me cepilló y
me pintó. ¡Olía horrible y me
ahogaba!
Detente,
le grité, pero él repitió: "Aguanta un poco más, todavía no es el momento del fin”.
Entonces
llegó lo peor: me metió a
un horno más caliente. Creí que me sofocaría. Él solo dijo: "Aguanta más, todavía
falta algo"
Me iba
a rendir pero me sacó y me refresqué. Él me dijo: Mírate al espejo. No podía creerlo, lo que vi era
hermoso. Y agregó: Te
dolió todo el proceso pero te dio dureza y belleza. Ahora eres una linda
taza porque supiste aguantar
y tener paciencia
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