Hace años en Persia un Maestro sufi
dijo a sus discípulos: Es necesario comportarse en la vida con amor y con
humildad.
Los árboles que se levantan mucho hacia
el cielo y que solo se jactan de su altura no suelen dar frutos.
En
cambio los que dan frutos
tienen las ramas inclinadas por el peso de las frutas y por su nobleza.
Tratad siempre a la gente con cortesía
y con humildad, y
procurad no hacer daño a nadie ni material ni mentalmente.
Se
enseñó que el hombre fue
hecho de arcilla para dar una lección de humildad ya que la arcilla y la
tierra siempre están abajo.
No en
el cielo como el aire, la luz y la atmósfera, y por lo tanto, la arcilla está situada en una
posición más humilde.
Tú también actúa con humildad que es donde reside la verdadera grandeza de los seres
humanos.
Todos los bienes llegan con la
sencillez y todos
los males vienen con la soberbia, el orgullo y la jactancia.
Pero
humildad no es negación de tus dones porque el primer amor es el que te debes dar a ti mismo.
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