Nuestra
Sociedad evoluciona al ritmo que marcan las nuevas tecnologías en materia de
comunicación e información. En este sentido, el tradicional modelo
organizativo jerárquico de las organizaciones está dejando paso a nuevos
modelos de red, entre los
que se encuentran las expansivas redes sociales y las incipientes redes
colaborativas que, por su inmediatez y capacidad de difusión casi universal,
están adquiriendo un papel fundamental para la innovación en cualquier
campo de conocimiento.
Esta realidad se extiende a todas las áreas de nuestra
Sociedad y está emergiendo
con fuerza en el campo de la Sanidad.
Las
redes colaborativas (collaborative networks) fueron definidas por Peter
Gloor como un equipo de personas automotivadas, con una visión colectiva, habilitado por la web para
colaborar en la consecución de un objetivo común a través del intercambio de
ideas, información y trabajo. Funcionan y tienen como base, la
transparencia interna en las organizaciones y la comunicación directa. Todos los miembros colaboran y
comparten conocimiento unos con otros y no a través de jerarquías. Los miembros de la
red se unen con una visión
compartida, ya que intrínsecamente están motivados para hacerlo, y
tratan de colaborar para
avanzar en el desarrollo de una idea. Las 3 características que definen una red de innovación
colaborativa son la innovación a través de la creatividad masiva, la
colaboración bajo un estricto código ético y la comunicación directa e
inmediata entre los miembros de la red. Estas premisas garantizan
trabajar con honestidad
y transparencia interna,
poner el conocimiento al alcance de todos y democratizar el aprendizaje.
No
debemos ver estas iniciativas como algo lejano o ajeno, sino como el nuevo
paradigma de la gestión del conocimiento. Términos como crowsourcing
(externalización abierta de tareas), coworking (trabajo en cooperación) o mentoring (ayuda de una persona más
experimentada a otra menos experimentada) que ahora nos parecen lejanos, formarán parte dentro de
poco de nuestro vocabulario.
El
futuro ya está aquí, y plantea un reto que debemos afrontar con ilusión.
Muchos serán los cambios a los que deberemos adaptarnos, ya que en esta nueva
forma de trabajo colaborativo, la estructura organizativa tradicional tendrá poco valor dado que se
trata de sistemas abiertos y horizontales. Por ello, resultará
indispensable aprovechar las diversidades de sus miembros que deberán
esforzarse por compartir y emprender un proceso de aprendizaje mutuo, donde será fundamental
escucharnos los unos a los otros. El concepto es muy simple: más cerebros piensan mucho más
y mejor que menos.
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