Matislav
Rostropovich fue un eximio ejecutante del violoncelo y una vez dijo estas
palabras en un reportaje:
“Siempre lucho contra la rutina y
valoro el cambio porque pienso que ningún día debe ser igual al anterior. La rutina es una plaga y con ella se pierde el
sentimiento de que cada jornada es un don divino que trae sorpresas”.
Eso es
cierto y la única rutina sana es la de aquel que repite algo por dedicación
como el investigador con sus ensayos.
Sin
embargo, esa rutina no es
tediosa cuando amas lo que haces y pones el corazón y el alma.
Muy
diferente a la monotonía que abruma al que se instala y se resiste el cambio; un ser hermético con un alma
sellada.
Por lo
mismo, pellízcate, abre los ojos del alma y mira qué cambios debes hacer. No los aplaces una y
otra vez para un mañana que acaso no vas a vivir.
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