Un estudio científico confirma que las mujeres agreden a
sus congéneres con tácticas sutiles pero letales. Los expertos explican por qué
ellas pueden llegar a ser sus peores enemigas.
¿Cómo agreden las mujeres?. Donde hay competencia femenina, hay agresión. Entre las tácticas más
populares están hablar mal de la víctima
a sus espaldas o generar rumores que la descalifican.
Todas en algún momento de sus vidas lo han hecho: mirar hacia arriba en señal de
desaprobación, poner
a rodar chismes o inventar
apodos para descalificar a otra mujer. Hace tres décadas, los
científicos que se aproximaban al tema de la competencia entre mujeres
afirmaban que era un asunto anecdótico, intuitivo y sin soporte científico.
Pero recientes estudios han dado indicios de que es un
fenómeno real que merece atención por el impacto emocional que genera en las
víctimas. Un nuevo estudio, confirmó una vez más esta práctica, lo que
contradice a quienes pregonan sobre la hermética hermandad femenina.
La
dura realidad es que las mujeres pueden llegar a ser las peores enemigas de sí
mismas. A diferencia de los hombres, que se van directo a los puños y los
insultos, lo hacen de manera soterrada y sutil. A esto se le llama agresión
indirecta y su más importante característica es que hace daño sin dejar rastro.
En efecto, si las atrapan lo niegan con frases como “¿yo?, nunca”, o “era una broma”.
Para el estudio, psicólogas de la Universidad de Ottawa,
reclutaron dos grupos de mujeres entre 20 y 25 años en un aula de este plantel
y les dijeron que era un experimento sobre la amistad. Cada grupo fue
interrumpido durante la reunión por una mujer joven, bonita y de buena figura. Las diferenciaba solo la
vestimenta. Una iba en jeans y camiseta mientras la otra vestía una
minifalda y una blusa que dejaban ver parte de sus atributos.
La reacción de las mujeres en ambos grupos fue opuesta.
El primero aceptó a la mujer vestida de forma conservadora pero el segundo reaccionó de manera hostil ante
la que llevaba el atuendo provocativo. Las investigadoras notaron que
las demás estaban incómodas ante su presencia, la miraban de arriba abajo y
hacían gestos de desaprobación. Cuando se marchó muchas se burlaron de ella y
se llegó a sugerir que quería acostarse con el profesor.
Para confirmar los hallazgos hicieron otra prueba, esta vez con fotos.
En ambas la mujer bonita aparece con la pinta sugestiva pero una de las
imágenes fue alterada digitalmente para hacerla ver más gorda. En este
experimento las participantes rechazaron toda posibilidad de ser amigas de
ella, de presentársela a
su novio y ni hablar de dejarlas a solas con él.
Los dos experimentos demuestran por primera vez que “el
uso de agresión indirecta es generalizado y fácil de provocar”. Se trata de una estrategia
instintiva pero consciente que utilizan las mujeres a menudo para eliminar a
una posible rival. El estudio es importante debido a que este tipo de
agresión causa daño en la víctima.
“Genera ansiedad, depresión y riesgo de suicidio”, agregó
la experta. Además, es una problemática que pasa desapercibida “porque sucede
en el ámbito social y no en clase, pero es muy letal porque las mujeres saben
dónde es que a las otras les duele más”, dice María Elena López, autora del
libro ¡Basta ya! El ‘bullying’ puede parar.
La
competencia entre el mismo género se da durante toda la vida desde la etapa
preescolar hasta la tercera edad, pero es más intensa entre los 11 y los 25
años, cuando ellas están en pleno juego de la conquista. Claro está que
en la medida en que las mujeres han pospuesto el momento de establecerse con
alguien este rango se ha ampliado.
“Donde hay competencia femenina hay agresión indirecta”,
dice la investigadora, quien no duda de que estos incidentes también se dan en
el ambiente laboral. Y cuando ya se han establecido con sus respectivas parejas
la contienda pasa a ser sobre quién tiene los mejores hijos.
En el caso de la competencia por los hombres, las mujeres
utilizan varias modalidades de agresión indirecta como la difamación, lo que algunos expertos llaman
el factor prostituta. “La
desaprueban y la castigan calificándola de fácil y promiscua”, dice. Pero en esta guerra fría se vale
todo: rechazar, ignorar, menospreciar y criticar sus defectos.
De hecho, otros estudios muestran que las mujeres tienden
a formar alianzas que buscan excluir a otras. Así mismo aíslan a las recién llegadas o se hacen amigas
de las enemigas por venganza.
Cuando
las mujeres perciben a otras como fáciles las atacan porque las de este tipo
les envían señales a los hombres de que no es necesario el compromiso pues hay
otras disponibles de manera ‘gratis’. El menosprecio de sus congéneres
es, entonces, una manera de menoscabar la reputación de estas féminas
supuestamente libertinas.
La razón por la cual las mujeres prefieren hablar mal de
sus rivales a sus espaldas en lugar de comportarse como gallos de pelea
responde a procesos evolutivos. Las mujeres culturalmente aprenden a no usar la violencia física. Pero
además este comportamiento se ancla en raíces evolutivas.
“Las mujeres necesitan mantenerse sanas para que sus
hijos sobrevivan. Involucrarse en comportamientos violentos físicos las pondría
en riesgo de morir y por ende también a sus retoños”.
Aunque el foco de esta investigación son las mujeres, los
hombres a menudo también se involucran en este tipo de comportamiento. Lo que
sucede es que ellos lo hacen más directamente y optan por insultarse por medio
del tema que más les duele, el dinero y el estatus, que son también los
elementos que más valoran las mujeres en ellos.
Se
trata de un asunto espinoso y esta investigación ya ha levantado ampolla.
El buzón de correo electrónico está lleno de mensajes de mujeres que rechazan
esta idea. “Usted debe ser un hombre”, “usted debe ser muy fea”, “usted es una
zorra”. Ella se ríe porque al tratar de menospreciarla y desmeritar su trabajo,
lo que lograron fue confirmar sus hallazgos.
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