Amante
mía:
Amadísima
amante mía desde hace ya tiempo presiento el final de nuestra historia. Lo veo
en tus ojos ausentes, lo oigo en tus silencios...
Sí,
lo sé. La palabra amante nunca te cayó bien, pero por sobre todas las cosas,
eso eres para mí, mi amante, así como yo soy tu amante, nunca fuimos otra cosa.
Desde el primer día lo decidimos, ¿te
acuerdas?.
Ese mismo día puse todas mis cartas sobre la
mesa, sin guardarme ninguna. Te dije, si mal no recuerdo, no estoy solo en este
mundo, no está desierto mi corazón, no soy un hombre libre, ni quiero serlo y
no te mentía.
Llegaste un poco tarde a mi vida, llegaste
cuando el amor había comenzado para mí, y alguien, de quien después te dije el
nombre, me encadenaba suavemente los sentimientos.
También te dije que lo nuestro sería distinto
porque íbamos a estar juntos, únicamente cuando teníamos ganas de amarnos.
Te
lo dije. Recuerdo todavía tu sonrisa complaciente y el beso que diste como
sellando el trato. ¿Te acuerdas?.
No me pongas entonces entre la espada y la
pared, no me obligues a elegir entre un adiós y otro adiós.
No quiero lastimarte.
No quiero que nadie salga lastimado.
Para mí todo está como estaba, nada ha
cambiado, sólo tú cambiaste, yo sigo siendo el mismo, con las mismas suaves
cadenas que no puedo ni quiero romper.
Una
vez más, pongo todas mis cartas sobre la mesa, sin guardarme ninguna.
De
ti depende si el juego continúa.
Te
amo.
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