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SE TARDA TIEMPO EN LLEGAR A LO SENCILLO


Es curioso cómo puede producir miedo pensar y expresarse de forma simple. La vida es bastante más sencilla de lo que parece; el problema radica en que existen demasiadas personas dedicadas a complicarla, “profesionales de la complicación”. Muchas personas, con tal de ser el centro de atención, de sentirse protagonistas, realizan planteamientos difíciles y complejos de sus ideas.  En ocasiones hay que saber marcar distancia para que no nos afecte. Decía Einstein: “Se debe hacer todo tan sencillo como sea posible pero no más sencillo”.

La verdadera sencillez únicamente puede surgir del interior de nosotros mismos. Dentro de cada uno existen luchas, deseos, ilusiones, impulsos que nos hacer ser prisioneros de un mundo complejo de emociones y pensamientos. De esto sabemos mucho los psiquiatras. La sencillez de mente se refleja en nuestra conducta.  De hecho en los trastornos de personalidad, una de las características más claras es que estas personas viven constantemente rodeadas de pensamientos negativos, retorcidos, complicados que se traducen en conductas o estados anímicos angustiados o de desasosiego. Adquirir sencillez de pensamiento nos ayuda a no ser víctimas de nuestros conflictos internos.

La sencillez ayuda a ver la vida con otros ojos, a tener una mirada que va más allá de los sucesos que contempla y la realidad entra de manera distinta en el corazón. Uno se transforma, se vuelve sensible a la naturaleza. Sin sencillez, uno no percibe el mensaje interno de las cosas. Con esa sana ingenuidad uno puede distinguir las sutiles señales que manda la vida para apreciar la belleza interna de lo que le rodea, ya que, al fin y al cabo la sencillez es poder entrar en la realidad buscando la verdad de las cosas.

Es de inteligentes saber simplificar la cabeza, reduciendo lo complejo a lo elemental. Es decir, resolver lo complejo y no complicar lo simple. El camino hacia la sencillez es largo, una tarea de artesanía; uno tiene que desvestirse de las múltiples capas que se han ido amontonando a lo largo de los años. Llegar a un equilibrio entre la espontaneidad y la descomplicación; alcanzando un estilo propio.  El hombre que no es complicado es capaz de reírse de sí mismo, de sus errores y tener un optimismo sano.

La sencillez combina dulzura y sabiduría. Volamos hacia la infancia;  ya que es la virtud de los niños y el sueño de los mayores. Los pequeños buscan  constantemente  el porqué de las cosas. Son filósofos en potencia. Con su sencillez pueden entender su entorno mucho mejor que los adultos, precisamente porque se preocupan más en mirar y observar que en pensar.  Sencillez es ser el niño inocente y el maestro sabio.

Decía el escritor argentino Ernesto Sábato: “Un buen escritor expresa grandes cosas con pequeñas palabras”. No olvidemos que las grandes ideas casi siempre pueden expresarse con palabras simples y a lo sencillo se tarda tiempo en llegar.


Einstein: “Si tu intención es describir la verdad, hazlo con sencillez y la elegancia déjasela al sastre”.

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