El
éxito –dinero, fama, poder, lujos– es tan visible para los allegados a los
triunfadores como envidiable para sus enemigos. La armonía interior
–ecuanimidad, sosiego, entereza, probidad– también es reconocible por terceros,
aunque no falta quien la catalogue como pusilanimidad o indecisión.
¿Puede
un exitoso disfrutar de armonía interior? El Buda dice que sí: “Las riquezas hacen daño al
avariento mas no perjudican a quienes viven en armonía”. Desprendimiento
no significa penuria; el éxito es opcional en los ecuánimes y su presencia o
ausencia les es indiferente.
La
fórmula para alcanzar el éxito es directa: hacer planes realistas, echarlos a
andar, vigilar su progreso, tomar acciones correctivas, ajustar los planes… Y
repetir el ciclo hasta cuando alcancemos cada objetivo. La aplicación
juiciosa de esta secuencia asegura el logro de cualquier meta factible; la
sumatoria de logros parciales garantiza el éxito global. Falla uno de los
eslabones y se rompe toda la cadena
El
surgimiento de la armonía interior es diferente: meditar con constancia
(quienes lo necesitamos) para desarrollar la facultad de la atención;
permanecer atentos tanto como podamos para mantener a raya los deseos intensos
y las aversiones; disminuir la ansiedad y el estrés mediante el alejamiento de
deseos y aversiones… La armonía interior florecerá espontáneamente al
desaparecer la ansiedad y el estrés. Y cuando estamos en armonía, ejecutaremos
siempre las actividades apropiadas para las circunstancias de cada instante. La
intención puede ser lucrativa o desinteresada; los resultados pueden o no ser
expresiones de éxito.
“¡Eureka!” han exclamado centenares de directivos
empresariales. Basta con poner a los empleados a meditar para que no solo se
sientan bien, sino que hagan a toda hora lo ‘apropiado’ para que el negocio
funcione a la perfección. Reporta ‘The Economist’, la revista inglesa, que
ahora “Google ofrece un curso llamado ‘la búsqueda interior’; eBay tiene
salones de meditación dotados de cojines y flores; Twitter y Facebook están
haciendo cuanto está a su alcance para llevar la delantera en la carrera de
atención total.” Como Silicon Valley da la pauta, la tendencia meditativa se
está volviendo global. Muchas universidades –que no se iban a quedar atrás– ya
tienen programas académicos e investigativos sobre ‘la neurología, el Buda y la
meditación’.
¿Conclusión? La rueda meditativa está rodando a alta
velocidad. ¿La noticia? La meditación de atención total atraviesa por un pico
de adherentes sin precedentes en su larga historia. ¿Los beneficios de la
meditación? Innegables: con ella, todos los perjuicios de la ansiedad y el
estrés son disminuidos, cuando no eliminados. ¿El riesgo? Que el negocio de la
atención total crezca desordenadamente y pueda convertirse en una expresión más
de los problemas de decepción y engaño que está tratando de corregir.
Aunque desconectado del tema central, cierro esta nota
con un paralelo, que requiere un recuento histórico. El Festival Vallenato, que
se celebra en Valledupar desde 1968, es uno de los eventos musicales más
importantes de Colombia. Los ganadores y la mayoría de los participantes de los
tres primeros festivales fueron músicos de extracción campesina, provenientes
de pueblos y caseríos que se perdían en la geografía colombiana.
En 1971, para la cuarta edición del concurso, el jurado adjudicó el primer puesto a un
citadino barranquillero, con educación musical formal, y dejó atrás las raíces
rurales del vallenato y generó mucha inconformidad popular. El
cuestionado fallo inspiró poco tiempo después una popularísima canción,
titulada justamente ‘Festival vallenato’, en la cual Luis Francisco Mendoza, su
autor, se lamenta de que al folclor, debiendo ser del campo, lo querían a la
fuerza ‘civilizar’.
Algo
similar parece estar ocurriendo con la meditación de atención total. Con el
auge de esta disciplina entre empresas y profesionales, los oportunistas
financieros están viendo una excelente ocasión para, también a la fuerza,
‘civilizar’ o, más exactamente, ‘comercializar’ la milenaria tradición.
No sobrevendrán protestas populares como en Valledupar en
1971, pero sí aparecerán en el escenario muchos ‘codiciosos’ anunciando
fantásticos entrenamientos para acabar con la ansiedad, el estrés y… la
‘codicia’. Confiemos en
que, al mismo tiempo, también surgirán unos cuantos emprendedores, meditadores
ellos, quienes, conservando intacta su armonía interior, esparcirán semillas de
atención total por muchos campos del planeta.
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