Una
mujer y un hombre se empiezan a enamorar cuando se encuentran a gusto juntos y
se entienden sobre las cosas de que hablan. Están enamorados cuando parece que
uno no puede vivir sin el otro, les gustaría estar siempre juntos y los temas
de conversación parece que nunca se acaban.
El enamoramiento "es un
estado emocional surcado por la alegría y la satisfacción de encontrar a otra
persona que es capaz de comprender y compartir tantas cosas como trae consigo
la vida".
Aunque, en un primer momento, lo que deslumbra sea la
aureola física, esto sirve más para los hombres. Cuando se dice, "el
hombre se enamora con los ojos, la mujer por el oído", se quiere decir que
ese deslumbramiento inicial para el hombre es la belleza física, y que a la
mujer le gusta escuchar palabras amables y románticas, que le permitan saber
que ha gustado.
Creo
que no hay nadie feo; hay gente mal arreglada y que no está a gusto consigo
misma. Para gustarle a los demás tienes que gustarte a ti misma. Si no estás a
gusto contigo, lo reflejas en tus relaciones personales y esto acaba
perjudicándote más que la falta de belleza física. Yo trato de cultivar las dos
bellezas, la exterior y la interior. A la belleza física se le puede sacar
partido arreglándote; y a la belleza interior, con buenas costumbres".. Es
la belleza del 'sácate partido'. Se trata de que la mujer se guste a sí
misma".
El dicho de que "no hay mujer fea a los quince
años", se cumple siempre que se esfuercen por ir arregladas de acuerdo con
sus posibilidades -no sólo económicas sino también de la propia imagen-,
cuidando también no estar gordas y, a la vez, no caer en la tentación de imitar
la excesiva esbeltez de las modelos, que les puede llevar, sin darse cuenta, a
la terrible plaga de la anorexia.
Todas las parejas no se enamoran de la misma manera. Unas
veces el amor surge entre dos que se conocen porque estuvieron juntos en la
misma clase, y puede remontarse, en algunos casos, a la Educación Infantil; o
que coincidieron, cuando eran niños en un veraneo, y se gustaron.
Parece que lo más
romántico es el flechazo, sentir esa atracción mutua nada más conocerse. Sin embargo, no siempre tiene
que ser así. Y posteriormente uno se da cuenta de que lo que creía que era
amistad se había transformado en amor.
De
una manera o de otra, en algún momento de la vida surge el amor entre una chica
y un chico: se gustan mutuamente, hablan de muchas cosas, lo pasan bien juntos
y digan o no digan que son novios, en el fondo se están preparando para hacer
un proyecto de vida juntos, para casarse y formar una familia.
Para ello es necesario que estén de acuerdo en
cosas fundamentales de la vida. Por eso, es importante ese periodo
previo al matrimonio, para ponerse de acuerdo sobre muchos temas: cómo se
aceptarán mutuamente en sus distintas formas de ser; qué planteamientos tienen
una y otro sobre la vida espiritual y cristiana; cómo van a respetar el trabajo
del otro fuera del hogar; cómo se van a distribuir las tareas de la casa; cómo
van a educar a sus hijos; cómo son las familias de cada uno y cómo se les va a
querer y aceptar en sus distintas formas de ser; cómo se van a integrar los
amigos de una y de otro en el ambiente de la pareja; cómo cada uno debe
continuar con sus aficiones y su formación interior y… bastantes cosas más.
Todo ello siempre,
¡claro!, buscando la armonía y poniéndolo a las órdenes de esa nueva relación
que se va a establecer: "ya no soy yo sólo, ahora somos dos".
Lo hermoso de todo esto es que Dios ha sido el autor y ha
querido que sea así. El matrimonio ya lo estableció Dios al principio de la
creación del hombre, como se decía antes. Ese amor entre la mujer y el hombre es reflejo del amor
de Dios en sí mismo, y del amor que tiene a lo que ha creado. El mismo Dios ha
puesto en el ser humano esa atracción que los chicos despiertan en las chicas y
que las chicas avivan en los chicos: parece que no quiere que andemos solos por
la vida.
Pero, cuando en la
relación de noviazgo se introducen componentes de la sexualidad que producen
placer, se produce un ofuscamiento: ya no está en primer plano conocerse y
quererse, ahora lo que domina es la pasión; parece que se quiere al otro, pero
puede no ser verdad, porque lo que se espera de la pareja no es ella misma,
sino que proporcione placer.
Entonces, las
relaciones y el trato son tumultuosos, porque el sexo ha cogido el
protagonismo, ni una ni otro tienen paz interior, y en sus encuentros sólo van
pensando en lo placentero de esas relaciones. El ofuscamiento hace que no
tengan libertad y claridad: no logran conocerse ni llegan a descubrir si se
quieren, si se van a aceptar y si desean hacer un proyecto de vida juntos; así
es muy difícil que la decisión sea para toda la vida; y por eso, hay muchos
matrimonios en los que luego no hay compenetración y acaban separándose a poco
de haberse casado.
NOTA: TODO HA SIDO PERFECTAMENTE BIEN DISEÑADO POR DIOS PARA EVITAR QUE LA
HUMANIDAD SE EXTINGA
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