¡Señor,
haz de mí un instrumento de tu paz!
Que
allí donde haya odio, ponga yo amor;
donde
haya ofensa, ponga yo perdón;
donde
haya discordia, ponga yo unión;
donde
haya error, ponga yo verdad;
donde
haya duda, ponga yo fe;
donde
haya desesperación, ponga yo esperanza;
donde
haya tinieblas, ponga yo luz;
donde
haya tristeza, ponga yo alegría.
¡Oh, Maestro!, que no busque yo tanto
ser consolado como consolar;
ser comprendido, como comprender;
ser amado, como amar.
Porque
dando es como se recibe;
olvidando,
como se encuentra;
perdonando,
como se es perdonado;
muriendo,
como se resucita a la vida eterna.
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