Hijos
les agradezco que sean parte de mi vida, por ustedes lucho día a día, son el
motor de mi vida y mi existencia.
Nunca pensé en que lo que inició como una historia de
dos, terminaría en historia de una persona. ¿Saben? Lo más maravilloso de esa
relación que terminó, se quedó conmigo, ustedes mis hijo, los amo, Sólo
recuerden que mientras Dios me permita estar con ustedes les daré sin medida
todo el amor, cariño, comprensión apoyo, atención, abrazos y besos que
necesiten, y también que no necesiten.
Les proporcionaré las bases para que sean personas buenas
y siempre se comporten de manera correcta por la vida, orgullosos de ustedes
mismos y lleguen a la meta más alta que
se propongan; yo estaré ahí para darles la mano en el momento que sientan que
les falta fuerza para seguir adelante.
Recuerden
tener la mente de triunfadores, en este mundo sólo las personas que se atreven
a seguir adelante, a pesar de los tropiezos que nos pone la vida por delante,
son las que tendrán fortaleza para afrontar cualquier adversidad.
Siempre confíen en Dios, él será la mejor guía en
momentos en que al alma se la quiera comer la tristeza, decepción, abandono o
frustración; por ningún motivo dejen de tener fe.
Gracias por sus palabras de aliento cuando sentí que se
me acababa el mundo, el amor que me dieron desde pequeños, como bellos ángeles
de Dios, con esas vocecitas que me decían “mami ¿estás bien?” y aunque mi
corazón se partía y se hacía pedazos, renacía en mí el valor y la fuerza para
continuar adelante con una sonrisa, siempre con las mejores expectativas para
el futuro, que hoy es presente y puedo verlos a punto de realizarse como
profesionales. Al verlos pienso lo mucho que valió la pena no voltear la vista
atrás, siempre viendo al frente tomada de su mano.
Gracias
a Dios y a la vida por la más inmensa alegría, por su amor y su compañía.
Los amo
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