Cuando te sientas por el aire sobre las
frágiles alas de la soberbia, pide a Dios humildad y sabiduría.
Jesús
nació y vivió en un ambiente humilde para que tú pongas los pies en la tierra,
el alma en el cielo y seas libre y humilde.
Repite una y otra vez lo que le decía un
sabio anciano a un discípulo con muchos apegos: “Nada es de uno”. “Todo es prestado”. “Cuando muera no me voy a llevar
nada”.
Así
es, nada es tuyo, ni tus posesiones, ni tus amistades y tampoco tus talentos;
nada es tuyo.
Todo es dado para el servicio de los otros
y tu propio crecimiento, no para ser esclavo del Ego y sus apegos.
Hoy
es un buen momento para creer que nada es tuyo, dejar
actuar al Padre y ser testigo de grandes maravillas.
Siéntete
como instrumento, pide guía a Dios y pon en sus
manos todo lo que haces.
Sé sencillo como Jesús y María; que no te
hagan daño los elogios ni las críticas.
Deja
de buscar aprobación.
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