Falsas
creencias, desinformación o un buen branding nos llevan a comer alimentos que
engordan pensando que son light.
El culto al cuerpo, una sociedad obsesionada con las
dietas y los hábitos que rigen nuestra vida nos han llevado a conocer mil y una teorías nutricionales.
La máxima con la que muchos se mueven es un una alimentación sana enfocado a lo
estético, y las armas para conseguirlo son una alimentación equilibrada y
deporte. Aún descartando las milagrosas, muchas personas viven constantemente a
dieta. La búsqueda de objetivos por la vía rápida ha acabado dejando como
residuo una amalgama de conceptos erróneos en la cultura popular. Muchos acaban
siguiendo una alimentación que no se ajusta a sus necesidades… aún creyendo que
lo están haciendo correctamente.
Aunque pensándolo en frío parece lógico, en la práctica
muchos olvidamos que los
alimentos con altos beneficios nutricionales también tienen calorías.
Justo cuando pensábamos que la fijación por lo saludable iba a ayudarnos a
perder peso, caemos en la cuenta de que llevamos meses tomando cantidades
ingentes de azúcar, carbohidratos y grasas, y que hemos hecho flaco favor a
nuestra línea. Otros
responsables de esta confusión universal
son los productos bajos en calorías. Desde la publicidad al
supermercado, vivimos rodeados de carteles y envoltorios que prometen milagros. Y
la clave no está en leer la parte delantera de los envases, sino la trasera.
Porque un alimento light
tiene que tener un 30% menos de calorías que su equivalente, pero sólo
tendrá efectos positivos para reducir el sobrepeso mientras lo ingiramos en las
mismas cantidades. Y eso no suele ocurrir, porque reconfortados pos su menor
aporte calórico, comemos en mayor cantidad. Y en cualquier caso, los productos light no adelgazan:
engordan menos.
La fiebre de la alimentación bio y los productos
ecológicos, superalimentos, productos integrales, las dietas líquidas… ¿Qué hay
de cierto en todo esto? ¿Qué ideas equivocadas nos llevan a perder la lucha
contra la báscula? ¿Por qué algunos productos tienen fama de ser acalóricos y,
aún así, engordan? Si comes bien, ¿por qué no consigues los objetivos que te marcas?
Frutos
secos
La cantidad de frutos secos que cabe en un vaso puede
llegar a tener 14 gramos de gasa y más de 160 calorías. Lo peor de los frutos
secos es que habitualmente, con el puñadito que recomiendan los médicos (porque
contienen vitamina E, magnésio y Omega 3), no solemos tener suficiente y, por
no saber parar, la ingesta calórica suele ser desmesurada. Para que eso no
ocurra, nuestra recomendación es usarlos como complemento en una ensalada.
Hummus
Esta pasta de garbanzos, una de las recetas más populares
de Oriente Medio, ha arraigado con fuerza en nuestro país y, a día de hoy, es
facil encontrarla preparada en muchos supermercados. ¿Sana? Sí. ¿Calórica?
También. Hay quien toma hummus como si fuese yogur, a cucharadas, y de una vez
puede acabar con una tarrina. Aunque los garbanzos son una enorme fuente de
proteínas, un par de cucharadas pueden tener 70 calorías. Y eso por no contar
las calorías que sumamor al dippear en él pan o crudités.
Productos
integrales
Dado que todas las dietas de pérdida de peso recomiendan
incluir productos integrales, existe la falsa creencia de que éstos no
engordan. Arroz, pasta, pan, cereales, galletas y bizcochos se pueden encontrar
en casi todos los supermercados en versión integral o refinada, pero en realidad
unos y otros tienen las mismas calorías. La diferencia es que los integrales
están menos procesados y conservan el grano del cereal, así que sacian más y
tienen un mayor aporte de fibras, vitaminas y minerales.
Chocolate
negro
El chocolate negro tiene antioxidantes y ayuda a
conciliar el sueño, además de contener muchos menos carbohidratos que el resto
de chocolates. Aún así por cada 100 gramos, tiene entre 500 y 600 calorías.
Veggie
fries
Este riquísimo acompañamiento hecho a base de vegetales
como la zanahoria, la remolacha o el calabacín está frito, así que tiene
exactamente las mismas calorías que las patatas fritas. Si, además, los compras
en bolsa y precocinados, ingerirás otros aditivos y colorantes. Te recomendamos
que sustituyas las veggie fries por su versión en crudo, que no da lugar a
dudas sobre su grasa y tiene un mayor aporte nutricional.
Sopas
y cremas
Cuando tomamos líquidos nos da por pensar que lo que
ingerimos no puede tener muchas calorías. La sopa o la crema puede ser un plato
de lo más saludable, pero si no es artesanal, recomendamos poner atención a los
ingredientes. Muchas marcas agregan grasas, azúcar y sal a sus precocinados.
Además, aconsejamos evitar las que estén hechas con crema de leche.
Galletas
sin azúcar
Suelen ser integrales y en los paquetes marcan con letra
clara que no contienen azúcares añadidos, así que muchos las compramos pensando
que así caer en la tentación no será tan doloroso. Lo cierto es que este tipo
de dulces, a menudo contienen una mayor cantidad de grasas para hacerlos más
apetitosos. Por otro lado, al interpretar que engordan menos, tendemos a comer
más, así que igualamos o superamos la ingesta calórica que haríamos con unas
galletas convencionales.
Zumos
verdes
Todas las celebrities pasean por las calles green juice
en mano y todas hemos probado lo último en dietas detox (o queremos hacerlo).
Eso sí, en un intento de que ingredientes como las espinacas o las acelgas sean
más apetecibles, muchos incluyen grandes cantidades de fruta azucarada.
Aseguran los médicos que estos zumos caseros pueden llegar a contener seis
cucharaditas de azúcar, casi tanto como en una lata de refresco. Además,
advierten que muchos abusan de los zumos y no comen sólidos en días, no
ingiriendo proteínas y otros nutrientes.
Sushi
Con una base de alga, arroz blanco y pescado crudo,
existe la creencia popular de que el sushi no engorda, pero lo cierto es que
algunas versiones occidentales pueden contener hasta 500 calorías y unos 20
gramos de grasa en tan solo 6 piezas. ¿Cómo puede ser? Para empezar, el arroz
contiene hidratos de carbono y para cocinarlo, se mezcla con vinagre, azúcar y
sal. Para elaborar las piezas, a menudo se usa tempura o salsas y cremas muy
calóricas.
Tofu
Hecho a base de soja, el tofu es bajo en calorías y una
enorme fuente de proteínas, con lo cual es un alimento de lo más recomendable
para introducir en la dieta. Eso sí, vigila si vas a pedirlo en un restaurante:
suele servirse frito o con salsas que tiran por la borda sus beneficios
nutricionales.
Hamburguesas
vegetarianas
Son la alternativa ideal de las personas que se pasan a
una dieta vegetariana o vegana, pero tal vez no sea tan ideal si las utilizas
como erramienta para bajar de peso. Tienen menos grasa y menos colesterol que
sus homólogas carnívoras, pero muchas incluyen queso para ligar los
ingredientes o están hechas a base de arroz o legumbres.
Zumo
de naranja
Es pilar básico de cualquier desayuno que se precie, pero
los profesionales de la nutrición aseguran que los zumos son como inyectarse
azúscar en vena: estimulan la insulina y engordan. Además, para un vaso de zumo
usamos el jugo (y el azúcar) de tres naranjas. Tomando una naranja entera,
nuestro cuerpo la procesará más lentamente.
Uvas
La fieles compañeras de la nochevieja española se cuelan
en nuestra lista no por las calorías como muchos creen, sino por la cantidad de
azúcar que contienen. Una taza de uvas tiene 15 gramos de azúcal (¡el
equivalente a tres galletas Oreo!), además no es una fruta que sacie
facilmente.
Agua
Por definición, el agua no tiene ni una sola
caloría, pero si tomamos mucha cantidad durante la comida y, además, está muy
fría, coagula la grasa y la endurece, de forma que engorda. Un vaso de agua
fría hace la digestión más pesada, fermenta más la comida y nos llena de gases.
En muchas zonas orientales se come con bebidas calientes y no frías, que
facilitan la digestión y tienen antioxidantes.
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