El
Papa Francisco dijo: Los padres están tan concentrados a veces sobre sí mismos,
su trabajo y su realización que se olvidan hasta de la familia
Vivimos
en una sociedad que parece olvidar a sus hijos y que van por la vida
persiguiendo sus sueños de toda la vida. A menudo, olvidan hasta tener
tiempo para sí mismos, para vivir el amor propio y el amor por los demás.
El Papa Francisco nos habla acerca de este tema y de la responsabilidad de
los Padres en el acompañamiento de sus hijos durante este viaje que es
la vida
"Los
padres están tan concentrados a veces sobre sí mismos, sobre su trabajo y su
realización individual que se olvidan hasta de la familia", Es lo
que expresó el Papa Francisco en una de sus catequesis realizadas en la Ciuda
del Vaticano. A continuación su reflexión:
Una
sociedad sin padres
Padre es una palabra universal, conocida por todos. Indica una relación fundamental
cuya realidad es tan antigua como la historia del hombre.
Sin embargo, en nuestros días, se ha llegado a hablar de una sociedad sin padres.
En otros términos, en particular en la cultura occidental, la figura del padre,
simbólicamente, estaría ausente, como desvanecida.
En
un primer momento este dato se percibió como una liberación, liberación del
padre-patrón, del padre como representante de la ley que se impone desde
fuera, del padre como censor de la felicidad de los hijos y como obstáculo a la
emancipación y autonomía de los jóvenes.
En efecto en el pasado en algunas casas reinaba el autoritarismo, en algunos
casos incluso la vejación: padres que trataban a sus hijos como si
fueran sus siervos, sin respetar las exigencias personales de su crecimiento; padres que no les ayudaban a
emprender su camino con libertad, a asumir sus responsabilidades para construir
su futuro y el de la sociedad.
Y como sucede a menudo, hemos pasado de un extremo a
otro. El problema de nuestros días ya no es tanto la presencia invasora de los padres, sino su ausencia.
Los
padres están tan concentrados a veces sobre sí mismos, sobre su trabajo y su
realización individual que se olvidan hasta de la familia. Y dejan solos
a los niños y a los jóvenes.
Heridas
causadas por la ausencia del Padre.
Ahora, en este camino común de reflexión sobre la familia
quisiera decir a todas las
comunidades cristianas que tenemos que estar más atentos: la ausencia de la
figura paterna en la vida de los pequeños y los jóvenes causa lagunas y heridas
que pueden llegar a ser muy graves.
Y, efectivamente, las desviaciones de los niños y los adolescentes pueden,
en buena parte, reconducirse a esta ausencia, a la carencia de ejemplos y guias
en la vida de todos los días, a la falta de cercanía, a la falta de amor de sus
padres.
Hijos
que se sienten huérfanos
El
sentimiento de orfandad que viven hoy muchos jóvenes es más profundo de lo que
pensamos. Se sienten huérfanos en la familia porque a menudo los papás
están ausentes, incluso físicamente, de casa, pero sobre todo porque cuando
están en ella no se portan como padres, no hablan con sus hijos, no les dan con
su ejemplo acompañado por sus palabras, esos principios, esos valores, esas
normas de vida que necesitan tanto como el pan...
Algunas
vecesparece que los padres no saben muy bien cual es su sitio en la familia y
cómo educar a sus hijos. Y, entonces, ante la duda, se abstienen, se
retiran y descuidan su responsabilidad, refugiándose a veces en una improbable
relación ´´de igual a igual´´ con sus hijos.
Pero
también la comunidad civil, con sus instituciones tiene una cierta
responsabilidad con los jóvenes, una responsabilidad que a veces descuida o
ejerce mal, dejándolos también huérfanos sin proponerles una perspectiva
verdadera.
Ídolos
que roban el corazón
Así, los jóvenes se convierten en huérfanos de caminos
seguros que recorrer, huérfanos de maestros de los que fiarse, húerfanos de ideales que
calienten el corazón, de valores y de esperanzas que los sostengan. Los llenan, en cambio, de ídolos
pero les roban el corazón; les empujan a soñar con diversiones y
placeres, pero no les dan trabajo; se les ilude con el dios-dinero, negándoles
la riqueza verdadera.
Por
eso, nos hará bien a todos, padres e hijos, volver a escuchar la promesa que
Jesús hizo a sus discípulos: "No os dejaré huérfanos".
El es, efectivamente, el Camino que recorrer, el Maestro que escuchar, la
Esperanza de que el mundo puede cambiar, de que el amor vence al odio,
de que puede haber un futuro de fraternidad y esperanza para todos.
Si
esta vez había abordado sólo los aspectos más criticables de la figura del
padre en la próxima catequesis hablaría de la belleza de la paternidad.
Por eso, he elegido empezar por la oscuridad para llegar
a la luz. Que el Señor nos
ayude a entender bien estas cosas.
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