Si hay algo verdaderamente difícil, es saber cuándo
marcharte de la vida de una persona para poder convertirte así, en un amado
recuerdo y no en una odiada costumbre.
Saber decir
adiós es el arte del sufrimiento, pero también del aprendizaje.
La principal razón por la que decidimos alejarnos y
dar por finalizada una relación es por la sensación de desigualdad en la pareja, ahí donde las aportaciones de cada uno son
diferentes y donde el coste en “moneda de dolor” es demasiado alto ante los
escasos beneficios.
Siempre hay un instante en que es necesario
marcharte, aunque no sepas dónde ir, aunque tus pies estén desnudos y tus manos vacías. Solo así le
permitirás a tu corazón ser feliz de nuevo.
Amor y sufrimiento nunca deberían ir juntas en una
relación afectiva. Esto es algo
que no todo el mundo tiene claro, puesto que la concepción del “amor romántico”
nos hace creer aún en estas falsas ideas. Si te amas lo suficiente, no debes permitirte llegar a
estos extremos… Te invitamos a reflexionar sobre ello.
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