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FRASES INSPIRADORAS IMPORTANTES DE LA RELIGIÓN 26


Si un párroco a lo largo de un año litúrgico habla diez veces sobre la templanza y sólo dos o tres veces sobre la caridad o la justicia, se produce una desproporción donde las que se ensombrecen son precisamente aquellas virtudes que deberían estar más presentes en la predicación y en la catequesis. Lo mismo sucede cuando se habla más de la ley que de la gracia, más de la Iglesia que de Jesucristo, más del Papa que de la Palabra de Dios.

Si yo sintiese tanta solicitud por el bien de mi alma, como la tengo por el bien del alma de otros, estaría seguro de salvarme. Con gusto sacrificaría todo, con tal de poder ganar el corazón de los jóvenes y ofrecérselos al Señor.

Sí, hay muchos que, creyéndose dioses, piensan no tener necesidad de más raíces ni cimientos que ellos mismos. Desearían decidir por si solos lo que es verdad o no, lo que es bueno o malo, lo justo o lo injusto; decidir quien es digno de vivir o puede ser sacrificado en aras de otras preferencias; dar en cada instante un paso a lazar, sin rumbo fijo, dejándose llevar por el impulso de cada momento.

Estas tentaciones siempre están al acecho. Es importante no sucumbir a ellas, porque, en realidad, conducen a algo tan evanescente como una existencia sin horizontes, una libertad sin Dios.

Sin amor, es inútil cualquier sacrificio del educador.

Sin Dios la sociedad acaba deshumanizada.

Sin la oración nadie puede progresar en el servicio divino.

Sin sonrisa no es posible demostrar amistad.

Sin sufrimiento, nuestra tarea no sería diferente de la asistencia social.

Solamente Cristo puede responder a sus aspiraciones. Déjense conquistar por

Dios para que su presencia dé a la Iglesia un impulso nuevo.

Solamente la libertad que se somete a la verdad conduce a la persona humana a su verdadero bien. El bien de la persona consiste en estar en la verdad y en realizar la verdad

Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación.

Tenemos que permanecer en la barca en que estamos mientras dura el trayecto de esta vida a la otra. Y debemos hacerlo de buen grado y con amor; porque, aunque algunas veces no haya sido la mano de Dios la que nos ha puesto allí, sino la de los hombres, una vez en la barca, estamos allí porque Dios lo quiere, por lo que debemos seguir en ella de buena gana y con gusto.

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