Soy tu servidor de Luz
Nací en Medellín, en un buen hogar de 11 hijos, de los
cuales los dos primeros murieron; uno en el vientre de mi madre y una niña al
poco tiempo de nacer. Mis
padres nos criaron con mucho amor y enfrentando carencias, lo cual fue un reto y una oportunidad para valorar
todo, templar el
carácter y salir adelante. A la temprana edad de los 11 años, limpiaba tumbas en un cementerio
y, a los 4 años del entierro, ayudaba al sepulturero a sacar los huesos de un ataúd podrido
para llevarlos a un osario en una cajita. Lo hacía para ayudar en casa. En vacaciones vendía dulces en
los buses y en el estadio. Perdí a mi padre cuando tenía 18 años, ya que un cuarto infarto
se lo llevó. Fue una
dolorosa experiencia.
Realicé mis estudios de primaria en una humilde escuela
básica y el bachillerato en el Seminario de los Padres Carmelitas. Mis
estudios de filosofía fueron en Bogotá, los de teología en Israel durante un año y tres en Roma.
Me ordené como sacerdote a los 23. Mi vida como tal fue muy inspiradora, rica en sorpresas gratas y
valiosas. La
recuerdo con paz y gozo, y agradezco todo lo vivido y lo aprendido.
Ya antes de ser sacerdote tenía diferencias con el modo
de tratar la fe y con posturas y creencias de la Iglesia. Poco a poco esa brecha fue
creciendo y en mi sacerdocio se presentaron llamadas al orden varias veces de
parte de los obispos por mi manera poco tradicional de celebrar las misas y
opinar sobre la fe y los cambios que debería hacer la iglesia. Esto fue
lo que me llevó a
retirarme tranquilo, decisión que maduré y que fue lo mejor que pude hacer.
Hoy que ya no ejerzo el sacerdocio me dedico a iluminar e
inspirar con mi voz y con mis escritos, videos y terapias de ayuda y consejería.
Son muchos años de este servicio que ha llegado a millones de personas a través
de mis libros (26)
y conferencias en distintos países. En lo social he apoyado a varias fundaciones para adolescentes
abusadas, ancianos
y en la rehabilitación de trabajadoras sexuales y sus hijos.
Cultivo varias aficiones porque veo que mientras
más luces enciendes en tu vida, menos sombras te bajan el ánimo. Una sintonía espiritual y linda
con la naturaleza, amor a las artes, el placer de viajar, el regalo de la
lectura y el cine. También la empatía con los niños y con los que están golpeados por limitaciones físicas,
el interés por los deportes y por hacer ejercicio y, obvio, el gusto por la buena comida.
Desde siempre he sentido
una atracción por el oriente y su modo de vivir. Siento que en mi espiritualidad me siento amante y
admirador de Jesús y Buda, sin estar en una religión.
NOTA: EL PADRE GALLO ES UN GRAN HOMBRE QUE TRASCIENDE CON SU EJEMPLO Y
SUS GRANDES LECCIONES DE VIDA. UNA PERSONA HUMILDE QUE ESTA DEJANDO UNA HUELLA
IMBORRABLE PARA LA HUMANIDAD.
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