Aléjate del bullicio y dedica tiempo a
conocerte, estar con Dios y elaborar un plan de mejoramiento.
Ámate, no sacrifiques tu paz y armonía queriendo
cambiar a los demás ya que eres tú quien debes transformarte.
Bucea en tu interior y elige crecer espiritualmente
con disciplina, fe, meditación y buenos aliados.
Haz un proyecto de vida y con el devenir del tempo
examina tus metas y haz cambios necesarios.
No te excuses diciendo: "así soy
yo", anímate con altos ideales y
evoluciona en el aquí y el ahora.
El
filósofo Pitágoras creó una escuela espiritual en Grecia y decía que hacer balances ayuda
a clausurar bien un año.
Con
ese fin pedía a sus discípulos sincerarse con tres preguntas que ojalá
profundices:
1.
¿En qué me equivoqué este año?
2.
¿En qué acerté?
3. ¿Qué dejé de hacer y cómo voy a
mejorar día a día?
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