Un
reciente estudio señala que el momento en que una persona come es tan clave
como las calorías que ingiere. Y refuerza la importancia de tomar en la mañana
la comida más grande del día.
Tomar en la mañana la comida más grande del día Desayunar
como un rey
Hay un debate encendido sobre la importancia del desayuno
para el control del peso.
En un lado están quienes creen que comer bien en la
mañana previene la obesidad y que hay mucho más que una simple asociación entre
ambos factores.
Pero
a ellos se oponen quienes creen que el desayuno es una comida como cualquier
otra y no tiene impacto en el aumento de peso.
El estudio más reciente en el tema, realizado por
investigadores de la Universidad de Loma Linda, en Estados Unidos, se inclina a
favor de la primera hipótesis.
En la investigación participaron 50.000 adultos
adventistas durante 7 años. Los expertos concluyeron, tras analizar sus hábitos
durante ese lapso, que presentaron menor propensión a ganar peso con el tiempo quienes tomaban un
buen desayuno, comían luego un almuerzo más pequeño y terminaban el día con una
cena ligera o sin comer.
Según Hana Kahleova, autora principal del trabajo, esa
conclusión revive el viejo dicho de que hay que desayunar como rey, almorzar como príncipe y cenar como
mendigo.
Aunque el trabajo encontró una asociación y no una
relación de causa-efecto, los investigadores creen que la explicación para este
hallazgo está ligada a los tiempos de trabajo de la insulina, la hormona que
segrega el páncreas para convertir la glucosa en carbohidrato.
No es el primer estudio que llega a la misma conclusión.
En un experimento hecho en
animales se observó que cuando los ratones tuvieron acceso a una dieta calórica
sin restricciones de horario, se volvieron obesos en solo diez días. Sin
embargo, eso no sucedió cuando se limitó la ingesta de esas mismas calorías a
un periodo de ocho horas. Esto hace pensar que no solo son importantes las
calorías consumidas, sino la hora de hacerlo, una teoría que viene ganando peso
entre los expertos en nutrición.
De hecho, otro trabajo, que consistió en darle a un grupo
de individuos sanos la misma comida a una hora en la mañana o en la noche
mostró la misma diferencia.
Su autora, Satchidananda Panda, explica que en la mañana el páncreas esta
trabajando y puede procesar una buena dosis de comida pero en la noche ‘duerme’
y no produce tanta insulina. Por lo tanto, la glucosa permanecerá por
más tiempo en la sangre “Es
lo que antes se llamaba diabetes de la noche”, dijo al diario The New
York Times esta profesora del Salt Institute for Biological Studies en San
Diego.
Los investigadores de Loma Linda también encontraron que
aquellos que hacen las tres comidas completas más dos onces tienden a ganar más
peso, mientras que quienes comen una o dos lo pierden.
Sin
embargo, de estos últimos, los que comían en forma abundante en la mañana
presentaron los más bajos índices de masa corporal (IMC). Los mejores IMC se
observaron en aquellos que no volvían a comer después del almuerzo sino hasta
el siguiente día, lo que indicaría que los ayunos por 18 horas son benéficos.
Según Kahleova, dejar estos periodos sin comer le indica
al cuerpo que debe gastar la grasa acumulada.
De acuerdo con Greg Fraser, coautor del trabajo, los
individuos menores de 60 años que en el estudio ingieren más calorías en la
mañana tuvieron una reducción de peso menor, pero luego de los 60 la misma
conducta les hizo bajar más que el promedio. “Con el paso de las décadas este efecto podría ser más
importante”, señaló el experto en el estudio.
Es necesario explorar más el tema para
corroborar el hallazgo. Después de todo, los adventistas son conocidos por no
tomar alcohol, no fumar y comer menos carne que el resto de la población
estadounidense. En general
gozan de buena salud y esas variables podrían estar jugando un papel importante
en los resultados.
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