Ser
madre es una de las cosas más maravillosas que le puede ocurrir a una mujer,
incluso cuando no estaba planificando serlo. Es una experiencia que dura el
resto de nuestras vidas y que incluso con cada hijo se torna diferente. Sin
embargo, hay ciertas cosas comunes que solo llegamos a comprender cuando ese
bebé, ese pequeño ser se encuentra por fin en nuestras vidas y fuera ya de
nuestro cálido y protector vientre.
El
descanso se convierte en un lujo:
Todas las madres escucharán, cuando el bebé duerma, tú
duermes, pero lamentablemente para muchas no es tan sencillo conseguir esa
sincronización y cuando por fin están iniciando su descanso, el bebé se ha
despertado. Algunas veces el cansancio será tan grande, que irónicamente se
convertirá en un impedimento, para dormir.
Una
sonrisa del bebé justifica todas las horas de sueño acumulado:
Los bebés tienen esa manera peculiar de sonreír, incluso
mientras duerme, que en principio lo hacen por reflejo, pero es lo
suficientemente gratificante como para inyectar la energía que necesita para
continuar la jornada.
El
amamantar demanda más energía que cualquier ejercicio físico:
Amamantar quema muchísimas calorías y para que la madre
pueda transcurrir esta etapa con éxito es necesario que esté bien alimentada y
descansada. Realmente el bebé sustrae no solo la leche de madre, sino su
energía.
Un
buen apoyo resulta clave en las primeras etapas:
Tener a personas en quien la madre pueda apoyarse en las
primeras etapas del bebé resulta súper beneficioso para todos, de preferencia
que el padre esté presente activamente, pero en caso de que no esté presente o
adicional a él, las manos que apoyan siempre serán bienvenidas. Son útiles en
la limpieza, en la orientación (respetando siempre a los padres), en la
organización, la preparación de la comida, cargando un rato al bebé para que la
madre descanse, en fin… colaborando de alguna manera con la nueva dinámica
fmailiar.
Los
ánimos pueden variar de forma radical:
En un momento la madre puede estar muy feliz y al
siguiente llorar de manera inconsolable. Los cambios que se producen en el
postparto a nivel hormonal influyen mucho, además de que sabernos a cargo y
responsables de una vida que sentimos nuestra, puede ponernos los nervios de
punta.
Un
simple baño puede resultar un reto:
No hablamos del baño del bebé, que puede representar toda
una experiencia, hablamos del baño de la madre, quien en ocasiones pasará todo
el día con la pijama que se puso para dormir la noche anterior y casi sin darse
cuenta se hará la hora de que normalmente iría a la cama. Todo lo que antes era
normal y parte de la rutina de belleza y hasta de aseo personal puede verse
como un logro, como un reto o hasta como un lujo.
Es
necesario aprender a delegar:
A veces, sobre todo cuando se trata de un primer hijo a
las madres nos cuesta delegar, sentimos incluso que nos están robando momentos
con nuestro bebé. Esto hay que aprender a manejarlo, porque son incontables los
pañales que tendremos que cambiar, los teteros que daremos y las veces que
cargaremos a ese bebé. Así que aprender a delegar y a confiar en quienes nos
apoyan en esas etapas tempranas será crucial… y más que luego de las primeras
semanas quizás no contemos con esas manos adicionales.
Bebé
Madre e hija
Es fuerte, cómo podríamos decir que no, la llegada de un
bebé nos cambia la vida y sus primeros días o meses de nacido, pueden resultar
muy desgastantes, pero vaya que vale la pena concientizar que el tiempo vuela y
que esa etapa a pesar del cansancio y los trasnochos, es la más fugaz… Cuando
vienes a ver, ya pasó, ya nadie te despierta porque tiene hambre y muy
probablemente hasta eso lo extrañarás.
Disfruta
cada etapa de tu maternidad lo más que puedas, porque todas tienen su encanto y
pasan muy rápido.
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