Un día 1 de noviembre de 2018 Júlia fue
al panteón a visitar la tumba de su padre, la arreglaba y la llenaba de flores.
Siempre iba el día primero, porque no le gustaba que hubiera tanta gente, en
fin, ese día se sentó en una gran piedra que estaba a un costado de la tumba,
casi no había gente, así que se puso a platicar con su padre, de repente detrás
de ella estaba un niño como de 8 años.
A ella
se le hizo extraño, porque
el niño estaba solo y ella le preguntó que hacía ahí, que donde estaban sus
padres. El pequeño contestó, que no sabía.
Me dejaron aquí y me siento muy solo,
nadie viene a verme ya hace mas de 10 años y sigo solo.
Cuando
ella escucho eso se levanto en seco y un tanto titubeante y con los ojos
saltados le preguntó... ¿De
donde vienes?
Él con su dedo apuntaba hacia una tumba
vieja y muy descuidada,
Júlia quiso correr y gritar pero estaba paralizada, no se podía mover, se acercó
lentamente a esa tumba y decía el nombre de Pedríto Elizóndo, 1998-2008,
el
niño le dijo... Yo me
llamo Pedríto ¿y tú?
Ella
no le contestó, espero un poco para asimilarlo, después de un rato ella pensó a
lo mejor necesita ayuda para poder descansar, así que le dijo...
-¿Que es lo que quieres? y él le contestó...
Quiero ver a mi mamá.
Ella me trataba mal pero no era mala, el hombre con el que se juntó, él si era malo, me lastimaba y
me golpeaba.
Pero mi madre nunca me creyó, cuando se lo decía no me creía,
ella trabajaba todo el tiempo, siempre me dejaba solo con él. Cuando llegaba a casa y me encontraba golpeado, él le
mentía, le decía que me había caído jugando o de la bicicleta y ella le
creía.
Yo lloraba mucho, desde los cinco años me empezó a
maltratar, tanto que a los ocho ya no sentía los golpes o las cosas que él me
hacía, un buen día tome un
veneno que mamá guardaba para los insectos que había en casa y como no
había nadie la oscuridad llegó.
-Pobre
niño!! exclamó Júlia
-¿Y tu mamá donde está?
Pedríto
le dijo donde vivían y con
detalle lo que había cerca de su casa. No sé si todavía viva ahí, pero
me gustaría verla de nuevo. ¿Me
puedes ayudar para volverla a ver? le dijo el niño, a lo que ella
contestó
-No te
prometo nada pero lo voy a
intentar.
El niño sonrió y desapareció, ella arregló un poco la tumba de
aquel niño y le puso
algunas flores que había llevado para su padre y salió de ahí. Ya en su carro, no dejaba de
pensar en aquel niño, pobre criatura como le pudieron hacer eso se
preguntaba, se le vino a la mente la sonrisa de aquel niño y quiso intentar buscar a su
madre. Fue a la dirección que le dijo el niño, encontró una casa vieja que parecía deshabitada
pero no lo estaba.
Júlia
bajo de su coche tocó la puerta, le abrió una señora muy descuidada y le
dijo...
Disculpe!
Usted conoce a Pedríto Elizóndo? la mujer al escuchar ese nombre se soltó en llanto y le dijo a
Júlia... Si, era mi hijo,
hoy cumpliría 10 años, falleció a los ocho. Y usted como supo que aquí
vivía, Júlia le dijo...
¿Podemos sentarnos para platicarle? En eso se escucharon unos gritos
de un hombre ebrio, insultándola y queriéndo golpearla, Júlia como pudo la defendió y la saco de ahí, la
subió a su coche y se fueron, se detuvo cerca del panteón en un parque y
ahí se sentaron a platicar, Júlia
le contó lo que pasó ese día en el panteón a lo cual la señora no creía.
Júlia le relato todo lo que ese hombre
le hacia a su hijo y
cuando llegaba a su casa y el niño estaba golpeado. Aquella mujer se soltó en llanto de nuevo.
Júlia le preguntó porque
nunca visitó la tumba de su hijo a lo que ella contestó...
Ese hombre no me dejaba salir, ya ni a
trabajar, me tenía encerrada, me golpeaba, hasta ahora que llegó usted, cuando
murió mi hijo, él se
puso agresivo conmigo, me lastimaba, me usaba, me golpeaba fue cuando entendí
que mi hijo decía la verdad pero ya era demasiado tarde.
El estaba muerto por mi culpa por no
creerle.
Señora,
le dijo Júlia... Su hijo
está triste, se siente sólo y quiere verla para poder descansar en paz.
Vamos, estamos cerca del panteón, la señora dijo...
Necesito pedirle perdón a mi hijo.
Llegaron al panteón se acercaron a
aquella tumba, y ella comenzó a llorar y pedir perdón a gritos a su hijo, ella le decía Perdóname por no
creerte, perdóname por
haber metido a un monstruo en nuestra familia.
Júlia la vio tan arrepentida que la
dejó sola y salió a comprar unas flores para que ella arreglara la tumba del pequeño. No
tardo ni 20 minutos en volver, vio a la señora recostada medio cuerpo sobre aquella tumba, pero
sin un solo ruido, ni un sollozo, nada. Júlia se acercó, le habló pero ella no contestaba,
su cabello cubría su cara.
Júlia
insistía, ¿Se encuentra
bien? levantó su cabello y su rostro tenia una sonrisa. La mujer yacía muerta sobre la tumba de su hijo.
Júlia no supo que pasó en esos 20
minutos que salió y
ya no quiso saber más, reportó el hallazgo a los vigilantes y ellos se
encargaron del resto.
Júlia
salía de ahí, como cuando una ráfaga de viento al silbar, le susurraron al
oído...
Gracias!! nunca más estaré solo!! y
Júlia salió de ahí.
Los
siguientes años y en la fecha que visita el panteón, no ha vuelto a verlo, solo deja un ramo de flores en
su tumba, ya con su madre en ella. Al poner las flores se suelta una
ventisca, ella sabe que es
Pedríto, que se encuentra feliz, al lado de su madre
Si eres Hijo, Valora a tu Madre
Si eres Madre , Ama a tu Hijo.
Y sobre todo creé en el
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