Cada
uno de nosotros llega a este mundo con un propósito específico que es
únicamente nuestro, así como un propósito general que todos compartimos:
nuestra corrección espiritual o tikún.
Como estudiantes de Kabbalah, aprendemos que nuestro tikún está formado por
comportamientos negativos acumulados de vidas anteriores. Corregir estos
patrones destructivos es nuestro trabajo aquí. Transformar y limpiar este “equipaje” es la forma en que
alcanzamos nuestra corrección y, en última instancia, nuestra perfección.
Hay dos caminos para lograrlo. El primero empieza con el despertar de la
conciencia de que: “No soy la persona que quiero ser. No puedo ser alguien que
vive meramente tomando de los demás; seré alguien que da”. Como
resultado de esta comprensión, empezamos nuestro trabajo espiritual.
¡Esto es un logro en sí mismo! Tomar la decisión de
cambiar representa un gran paso hacia delante. Nuestra naturaleza como seres
físicos es ser dominados por el Deseo de Recibir Sólo para Uno Mismo. Apartarnos de este enfoque es en
realidad bastante asombroso, y no le sucede a todo el mundo.
La otra forma de completar nuestro tikún es a través de
los acontecimientos externos y sus efectos. Si no llegamos a ver nuestra necesidad de cambiar,
finalmente se nos requerirá que lo hagamos a través del dolor y el sufrimiento.
El universo nos pegará fuerte como efecto de nuestras acciones.
De una u otra forma, al final llegaremos y acabaremos el
trabajo, si no en esta vida, entonces en una futura; pero una persona que ha elegido cambiar
conscientemente revela más Luz y bendiciones para ella misma y para el mundo
que una que meramente reacciona a fuerzas externas.
En este mundo se nos da una simple elección: la autotransformación o el
sufrimiento.
¡Ninguna de estas opciones es fácil! Cualquier cosa que merezca la
pena tener es siempre difícil de conseguir, pero cuando elegimos nuestra propia
transformación erradicamos el sufrimiento, no sólo de nuestra vida, sino del
mundo entero.
Recuerda que aquello que te resulte más difícil hacer es
lo que viniste a este mundo a corregir.
Recuerda que los momentos en los que más quieres ser
reactivo, “¡Este es mi
momento! ¡Esta es mi hora para brillar!”. Sólo en estos momentos tenemos
la rara oportunidad de liberarnos de la esclavitud de nuestras encarnaciones
previas.
Todo lo mejor,
NOTA: TODAS LAS RELIGIONES CONDUCEN A DIOS
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