Si tú quieres puedes vivir este día
como si fuera el primero o el último de la creación.
Hazlo y admira el sol y el firmamento,
escucha el trino de las aves y da gracias por la brisa.
Aprecia
la variedad de colores,
aromas y sabores de un universo
rico en sorpresas y maravillas.
Valora cada regalo con la gozosa gratitud del secuestrado
que vuelve a casa.
Poder caminar, ver, pensar, sentir y
amar son dones
inapreciables aunque te hayas acostumbrado a tenerlos.
Piensa
en el enfermo que en un síncope los pierde y luego los recupera, poco a poco,
con una larga terapia.
Eres un privilegiado, un privilegiado,
un privilegiado.
Valóralo y no dejes de agradecerlo.
Aprecia,
pues, el milagro de estar
vivo y desecha las quejas aunque las penas quieran doblegarte.
Siempre hay motivos para vivir.
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