LA CREATIVIDAD TIENE DISTINTAS
RUTAS DE ACCESO
Cuando se habla de generar una nueva idea, una idea
impactante, inesperada o con alguna otra cualidad propia del ámbito de la
creatividad, se dice que la primera idea nunca es la final. Entre otras
cosas, esta regla no escrita alude al hecho más o menos constante de que las ideas creativas no suelen
presentarse como un chispazo de genialidad, sino más bien como fruto del
trabajo y la constancia. Incluso el “eureka” de Arquímedes llegó sólo
después de varios días que el inventor pasó razonando el problema propuesto por
el rey de Siracusa; y Pablo
Picasso alguna vez afirmó que la inspiración existe, pero tiene que encontrarte
trabajando.
Ello, sin embargo, no impide que
sea posible aplicar
ciertas estrategias para propiciar esa genialidad, para llegar a ella a
través de otros caminos.
Compartimos a continuación 10 de
esos atajos que podrían hacer
de una idea no sólo la primera ocurrencia de la mente, sino un elemento
verdaderamente creativo.
1. ¿Qué más puedo hacer con esto?
Esta pregunta, por sencilla que
parezca, es un detonador
poderoso de la creatividad. No procedieron de otro modo los surrealistas
o ciertos escritores del llamado
“realismo mágico”, entre otros varios ejemplos que podrían citarse para
mostrar las posibilidades de añadir significados a eso que creemos familiar o
conocido. En uno de los cuentos más conocidos de Julio Cortázar, “Carta a una
señorita en París”, el escritor convirtió un elemento tan mundano como una tos
común en un elemento fantástico e inesperado para cualquier lector: el vómito
improbable e irrefrenable de conejos vivos.
2. Date cuenta de lo que sucede a tu alrededor
Poner atención es, en nuestra
época, una de las acciones más difíciles de realizar satisfactoriamente. Sin
embargo, para la creatividad es vital. Las personas creativas suelen distinguirse por notar
muchos de los elementos en juego en una misma situación pero no neutralmente,
sino en relación con su propia curiosidad. La tipografía de un anuncio
callejero, la manera en que visten en determinada ciudad, la música de fondo en
cierta película, los colores de una mañana de otoño y de otra en invierno… Un
solo instante tiene los elementos suficientes para llenarte de preguntas y admiración, dos nutrientes
fundamentales de la creatividad.
3. Sé sencillo
Diversos personajes de muy
distinta índole –filósofos, científicos, místicos, artistas, etc.– han coincidido en aconsejar la
sencillez como cualidad última de la creatividad. Lo cual tiene cierto
aspecto paradójico, pues ser sencillo es para muchos lo más complejo del mundo.
Sin embargo, si tanto se insiste en ello es porque, al final, la sencillez es
la prueba definitiva de la creatividad en la medida en que permite que
muchísimas personas codifiquen el mensaje de esa idea. En pocas palabras, ser sencillo usualmente se
traduce en ser entendido.
4. Dale una oportunidad al sinsentido
La racionalidad en la que nos formamos nos conduce en
ocasiones a obsesionarnos con la lógica, el orden, la coherencia y algunas
otras expresiones de raciocinio absoluto. Con todo, ejemplos como el de
Lewis Carroll o John Cage nos muestran que liberarse de esa imposición puede
significar liberar también la creatividad propia.
5. Combina
¿La obra de Richard Wagner en la
caricatura de una liebre taimada? Muy pocos hubieran imaginado que esto sería
posible y, de hecho, muy pocos se hubieran atrevido a hacerlo. Salvo Chuck
Jones, quien no dudó en
mezclar ámbitos tan disímiles como la ópera y el humor infantil. Combinar –incluso lo que parece
que no debe combinarse– puede llegar a resultar en ideas muy creativas.
6. Cambia de lugar
Cuando las cosas que están hechas
para ocupar un lugar son llevadas a otro, usualmente sucede algo.
7. Traduce
Poder pasar de un campo de conocimiento a otro es un
talento que vale la pena cultivar. ¿El lenguaje de la música podría
tener cabida en las artes plásticas? ¿De qué manera? ¿Es posible usar ciertos
conceptos de la arquitectura para entender un poema?
8. Improvisa
En cierta forma, improvisar es adquirir el hábito
de solucionar un problema con lo que sea que tenemos al alcance. Y si
bien esto puede entenderse como ofrecer lo primero que venga a la mente, también tiene una
implicación profunda: tener conciencia plena de lo que somos, nuestras habilidades personales y los
recursos (en sentido amplio) de los que disponemos.
9. Conoce la manera en que operas
No todas las personas se conducen
de la misma forma. Por la historia de cada cual hay quienes tienen facilidad de
palabra, otros son buenos para sintetizar visualmente un mensaje, algunos
trabajan mejor en silencio y soledad y otros necesitan del intercambio
constante con otras personas. ¿Tú sabes cuáles son tus circunstancias creativas ideales?
10. Usa tu propia experiencia
Usar tu propia experiencia para dar vida a tus ideas
puede resultar en uno de los propósitos más ambicionados de la creatividad:
conectar con otros. A veces eso que crees que es un pensamiento
personalísimo, absurdo, es compartido por cientos o miles de personas. La
cotidianidad, tus sensaciones, tus recuerdos: mucho de lo que eres tiene un punto de contacto con la
realidad en la que todos nos encontramos.
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