Aprende que las emociones que ves como
negativas no son malas, son energía que siempre te enseña algo valioso.
Hay que acogerlas con amor y darse permiso para sentirlas
y soltarlas ya que si las reprimes toman más fuerza.
Ahí se
aplica este sabio dicho: “Lo
que se resiste, persiste”. Por eso no hagas resistencia a nada.
El secreto es aceptar todo con amor,
aprender y luego sanar y soltar
para fluir como el río a la mar.
El
miedo, por ejemplo, te da la oportunidad de cuidarte y de mostrar tu valor y el poco o mucho poder de tu
fe.
Los antídotos del miedo son el amor y
la fe y cuando
ellos son grandes tu miedo se vuelve pequeñito o se esfuma.
Ante el
temor relájate, respira,
ora y saluda esa emoción y mira qué es lo que necesitas aprender.
Identifica
en qué parte de tu cuerpo
lo sientes, háblale
y dile que ya se puede ir; verás como todo mejora en tu existir.
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