Primero
que todo, guardar "un buen rencor" te permite hacer una pausa crucial
que llene el abismo gris entre el perdón y la venganza.
Cuando no estás segura de tu próximo
movimiento, esa agitación te da un tiempito para decidir si vas a perdonar o no
a la otra persona, antes de hacer algo de lo que a la larga, vayas a
arrepentirte.
Cuando
mi amiga Gema se enteró de que su novio la había engañado mientras ella estaba
en viaje de negocios, la palabra rabia no puede ni empezar a describir lo que
sintió.
Como es natural, Gema quiso que el
sufriera...y mucho; y desquitárselas se le hizo una fijación. Con una serie de
maniobras sofisticadas, se las arregló para llevarse a la cama al mejor amigo
de su novio durante una noche de tragos, pensando decirle al traidor:"¡Me
vengué!", y echarle en cara su culpa. Pero ocurrió lo contrario: se sintió
abrumada por la culpa y el remordimiento. "Quería sentirme mejor, pero me sentía como una
estúpida malvada, como si hubiera caído muy bajo".
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