Hay
algo que deseas hacer, pero ¡cuesta tanto el cambio! Con estas simples reglas
podrás lograrlo
¿Quieres aprender a efectuar aquellos cambios que, aunque
difíciles, sabes que te convienen para beneficiar un área importante para ti?
Si es así, sigue estas simples reglas.
PASO A PASITO...
El primer paso es formular una oración (funciona mejor si
la escribes) que explique cuál es el cambio que deseas lograr. Por ejemplo:
-
Controlar el mal humor y la actitud agresiva.
-
Eliminar las deudas y los gastos innecesarios.
-
Revivir el romance en la relación.
-
Comer más sanamente.
El
segundo es autoanalizarte. En otras palabras, determinar de una manera
muy específica por qué deseas el cambio. Aquí tienes las posibilidades más
comunes. ¿Te ves retratada en una, o en una combinación de varias?
- Es un mal hábito que afecta mi vida, mi salud y mis
relaciones.
- Si realizo el cambio, mi esposo, mi amiga o mi madre
dejarán de criticarme o de presionarme para que lo haga.
- Al cambiar me sentiría mejor conmigo misma.
- Provocaría admiración o envidia en los demás.
- Ya no soporto seguir así.
No te sorprenderá saber que de todas las razones
anteriores, las menos poderosas son la segunda y la penúltima. Y es que si
haces el cambio para complacer o impresionar a otros, este no nace de un
convencimiento propio; es puramente cosmético y, por regla general, dura poco.
¿Sabes cuál es la razón más importante de todas?
La última. De acuerdo con la enseñanza zen de la
filosofía oriental, cuando
un alumno le dijo al maestro que deseaba cambiar, este, como respuesta, lo
llevó al mar y empujó su cabeza bajo el agua con toda su fuerza. A los
pocos segundos, el alumno, haciendo un esfuerzo sobrehumano, logró zafarse del
maestro y sacar la cabeza para respirar ansiosamente. Entonces el sabio le
dijo: "Cuando desees
el cambio tanto como deseaste respirar, podrás lograrlo".
Hay que ser honestos... ¿qué pasa si no tienes
motivación, a pesar de que sabes que debes cambiar, pues es lo mejor para ti?
Entonces debes seguir el tercer paso:
CREAR
LA MOTIVACIÓN
Una vez más, toma lápiz y papel, y escribe de qué manera
no hacer ese cambio afecta tu vida de forma negativa. Por ejemplo:
- No controlar mi mal genio me aleja de mi esposo y de
mis seres queridos.
- No comer más frutas y vegetales frescos afecta mi
salud, pues la comida chatarra me tiene con el colesterol alto, hipertensión y
sobrepeso.
- Gastar de más me tiene llena de deudas y de
preocupaciones, pues no ahorro para mi futuro.
Acto seguido describe cómo te sientes ante esta realidad.
¿Nerviosa? ¿Abrumada? ¿Llena de complejos o con baja autoestima? Es muy
importante que reflexiones sobre cómo esta situación te hace sentir día tras
día. Quizás estás acostumbrada a vivir bajo la presión de las deudas y te has
resignado porque no le ves una salida. Pero darte cuenta de cómo te afecta esta
carga, te motivará a dar el siguiente paso:
VISUALIZA
LAS GANANCIAS
Ahora, escribe -y esta vez, con lujo de detalles- cómo
mejorarán tu vida, tus relaciones, tu salud y tu estado de ánimo si realizas
ese cambio. Visualiza, como si se tratara de una "película", cómo te
sentirás después de hacerlo. Experimenta la emoción de estar libre de deudas o
físicamente en forma. Disfruta en tu mente del éxito de mantenerte en control
en tus intercambios con los demás o de dejar todo para mañana y estar al día en
tu trabajo. ¡Es importante que goces con la fantasía! ¿Cómo te ves? ¿Cómo te
sientes? ¿Tranquila? ¿Poderosa? ¿Realizada? Disfruta ese sentimiento a
plenitud. Y entiende que así puedes sentirte siempre si al fin comienzas a
emprender el camino hacia tus metas. Esto nos lleva al siguiente paso:
LA
IMPLEMENTACIÓN
Como ya has descubierto, el primer paso es motivarte,
pues de esta manera -al ver y sentir los beneficios al alcance de tu mano-
tienes un deseo genuino de realizar tus metas. Ahora te toca comenzar a dar los
pasos necesarios para implementar el cambio.
1.
Cambia tu mente. De "no se puede", cámbiala a "sí se
puede". Si tu meta es realista para ti (no deseas, por ejemplo, ser
nadadora olímpica a los 65 años de edad) podrás alcanzarla.
2.
Divide la labor en "bocaditos" fácilmente digeribles. Dicen
que la persona promedio puede comer miles de hamburguesas a lo largo de su
vida. Pero ¿qué pasaría si trata de comerlas todas de una vez? Ya captaste la
onda, ¿verdad? Si quieres estudiar, tienes que comenzar por el primer
"bocadito": buscar la clase que quieres tomar en un centro cerca de
tu casa. Segundo "bocadito": busca las planillas de inscripción.
Tercer "bocadito": lleva las planillas al centro... Y así
sucesivamente. Solo tienes que hacer una cosa a la vez.
3.
Aumenta tus probabilidades de éxito. Revisa tu historia pasada y
descubre qué te hizo fallar en otras ocasiones. Elimina esa posibilidad. Por
ejemplo: si deseas comer menos comida chatarra y más frutas y vegetales, no
compres dulces y alimentos procesados. Si dejas de ir al gimnasio después de
dos o tres sesiones, inscríbete con una amiga, y déjale saber que necesitas que
te ayude a recordar tus metas.
4.
Visualiza el éxito. ¿Recuerdas esa "película" mental que
hiciste para verte exitosa? Repásala todas las noches antes de dormir y todas
las mañanas al despertar. Recréate en ella. Deja que tu mente subconsciente
absorba cada detalle; esta trabajará para llevarte hacia tus metas.
5.
Si te caes seis veces, levántate siete. Esto quiere decir que el éxito
está en la perseverancia. ¿Comiste una galletita de chocolate? Esto no es una
excusa para tirar la toalla y devorar el contenido de la nevera. Acéptalo y sigue
adelante con tu plan. ¿Faltaste un día al gimnasio? Ve al siguiente.
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