Los sabios de todas las culturas nos
invitan siempre a alcanzar lo que ellos llaman “conciencia de unidad”.
Un estado de comunión total con el
universo y con
todos que borra cualquier viso de separación.
Algunos
la llaman “conciencia cósmica” y eso fue lo que vivió Francisco de Asís al
verse y actuar como el hermano universal.
En realidad no hay medios para llegar a
ese estado de unicidad, serenidad y alegría, pero ayuda mucho la práctica
espiritual.
Si creas el hábito de relajarte, amas
la naturaleza, meditas y escuchas buenos guías, un día se rompe el velo.
De
pronto entras a otra dimensión en la que no hay fronteras y te sientes unido a
toda la creación.
Pueden ser solo unos instantes de
ensueño, como un éxtasis en el que la paz inunda todo tu ser.
Tomar
conciencia es el desafío existencial y para lograrlo hay que amar el silencio y
la soledad.
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