Los amantes inteligentes se enamoran de
esencias, no de apariencias, y se muestran como son, sin máscaras y sin
engaños.
No plantean relaciones destructivas que son aquellas que lo alejan
a uno de sus sueños y le quitan la paz y la libertad.
Los buenos amantes son amigos de la
verdad y, por lo
mismo, no son expertos en fingir ni en manipular.
No son
seres angélicos ni perfectos, pero saben controlar sus debilidades y saben
darse, dar y recibir.
¿Pero cómo pedirle a alguien que está
encantado y encandilado que abra los ojos y deje de fantasear?
La
verdad es que la decisión de compartir la vida con alguien no debe ser
apresurada y solo da seguridad si hay buenos fundamentos.
En
otras palabras, si además del romance y la alquimia hay valores, madurez,
buenos principios y una sana autonomía.
El amor solo florece cuando cada cual
es independiente, no manipula y no se deja manipular.
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