Uno de los engaños más funestos en eso
que los humanos llaman “amor” tiene que ver con la dependencia.
El
siquiatra Scott Peck describe
muy bien a los que sufren esta especie de neurosis por sus apegos
sufrientes:
“La
persona dependiente está
tan atareada tratando que la amen, que no le queda ninguna energía para
amar.
Es como un hambriento que devora todo
el alimento que
obtiene y no tiene nada que dar a los demás.
Es como
si tuviera un vacío interior, un pozo sin fondo que hay que llenar, pero nunca se llena.
Alguien
así carece de autoamor, nunca
se siente completo, siempre siente que le falta algo y no tolera la
soledad”.
Ha puesto la felicidad fuera de sí
mismo y por eso
“ama” pensando así: “Sin
el otro yo no soy nada”.
Solo
está bien si elige amarse hasta poder decir: “Te amo, pero no te necesito”.
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