Expertos hacen un llamado para que los niños se despeguen
de celulares, tabletas y televisores.
Muchos padres y cuidadores han encontrado en los
dispositivos móviles la forma más rápida para que el niño ‘se quede quieto’.
Una salida que funciona, pues el pequeño resulta hipnotizado con videos o juegos, pero que a
juicio de los expertos pone
en riesgo los ojos, sobre todo en edades tempranas.
Lo grave es que el apego que se genera desde la niñez
a estos aparatos va en aumento y el hecho de que los menores literalmente estén
atados a ellos no es una percepción. La más reciente Encuesta Nacional de
Situación Nutricional (Ensin 2015) encontró que dos de cada tres escolares entre 5 y 12 años pasan más
tiempo en las pantallas que el recomendado (tres horas diarias). Una
cifra que crece con la edad.
El oftalmólogo Orlando Ustáriz
explica que el uso indiscriminado de dispositivos electrónicos tales como
smartphones, tabletas y videojuegos, entre otros, además de marcar un nuevo estilo de vida
de las futuras generaciones, las expone a graves riesgos visuales.
Un estudio en España, por
ejemplo, evidenció un
aumento en la prevalencia de miopía en personas que dedicaron más de tres horas
al día en actividades que comprometían la visión cercana, especialmente
por el uso de dispositivos electrónicos.
Una investigación publicada en
agosto pasado en Oxidative Medicine and Cellular Longevity dice que, a diferencia de la luz
visible, el componente azul se distingue porque tiene una longitud de onda
corta, lo que le otorga una alta energía y, consecuentemente, una gran
capacidad de penetración. Estas condiciones al ser percibidas por el ojo
por tiempo prolongado y con intensidades elevadas se dice que pueden llegar a afectar algunos
tejidos.
Dicho estudio, específicamente,
dice que las mitocondrias (componentes de la célula) y los cromóforos (partes
que perciben la luz en las células) tienen la capacidad de absorber dicha luz azul y producir efectos fotoquímicos
como la oxidación y la liberación de radicales libres que aceleran los procesos
de degeneración y muerte cerebral.
Si se suma que algunos
dispositivos tienen emisores de luz a partir de diodos (LED), la intensidad y
características de la luz azul se incrementan, lo que puede potenciarse,
además, con aparatos externos como lámparas, iluminación convencional y el
mismo sol. Todo esto, según Ustáriz, puede condicionar un riesgo mayor, sobre todo si la exposición es
crónica.
Otro efecto que Ustáriz pone en
evidencia, más allá de lo estrictamente visual, es la afectación sobre los ritmos circadianos. Y
por eso señala que el uso
debe limitarse por lo menos dos horas antes de ir a la cama a dormir
para conciliar más fácil el sueño.
“El uso prolongado de pantallas en los niños se ha
asociado también con alteraciones en el desarrollo, obesidad, calidad pobre de
sueño y alteraciones en el desarrollo ocular. Un estudio en Canadá
encontró que niños de preescolar que gastaban más de dos horas frente a las pantallas
de dispositivos digitales al día tienen un riesgo ocho veces mayor de desarrollar trastorno por déficit
de atención con hiperactividad”, agrega el especialista.
El oftalmólogo explica que la mejor forma de
proteger los ojos de esta luz azul es disminuir la exposición y la intensidad a
través de las propias herramientas incluidas en los dispositivos móviles
y tomar pausas activas usando la regla del 20-20-20 (cada 20 minutos cambiar la
mirada a un objeto que se encuentre a 20 pies de distancia por lo menos por 20
segundos).
Las recomendaciones
Esas pausas activas son claves para las personas que, por
una u otra razón, deben permanecer mucho tiempo frente a una pantalla,
pero la principal recomendación es disminuir el tiempo de exposición a estas pantallas.
“La frecuencia del parpadeo disminuye cuando los niños
están concentrados mirando los dispositivos electrónicos. Sobre todo
cuando esa exposición se hace en la oscuridad”, advierte.
El parpadeo –agrega– favorece la
distribución de la lágrima y la humectación de la superficie ocular y por eso
es tan importante.
Gutiérrez indica igualmente que la posición frente a la
pantalla es clave para reducir el impacto de esta exposición. “Deben tener la
pantalla de tal forma que ellos estén mirando ligeramente hacia abajo para que
disminuya la abertura palpebral. Que no tengan la pantalla alta porque
de esa forma esta estará muy abierta. Dicha medida hace que se seque menos el
ojo, ya que la frecuencia
del parpadeo es menor”, explica.
En el caso de niños que usen
anteojos medicados por defectos refractivos es crucial, según la experta, que la fórmula sea la correcta.
Y en ese sentido, se
recomienda que los lentes tengan un recubrimiento antirreflejo o
cristales fotocromáticos que protejan los ojos de la luz azul.
¿Qué aconseja la OMS para los
niños?
Para los lactantes (menores de un año) no se recomienda
que pasen tiempo frente a pantallas. Y para los niños de 1 a 4 años, la
exposición no debe exceder
una hora diaria; aclarando que cuanto menos, mejor. De ahí en adelante, más de tres horas al día se
considera excesivo.
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