En
la vida todos tenemos un secreto inconfesable, un arrepentimiento irreversible,
un sueño inalcanzable, y un amor inolvidable'
Las
mujeres y hombres maduros de ahora hemos llegado a una edad maravillosa en la
que emprendemos el camino del desaprendizaje.
Fuimos criados con la creencia de que debíamos ser los
mejores en todo: mejores estudiantes, mejores esposas y esposos, mejores
profesionales, mejores madres y padres, etc.
Fuimos
educados con la creencia de que TODO era pecado.
Ha llegado la hora del desaprendizaje o lo que mi hija
llama graciosamente, el importaculismo.("Todo me importa un c…"). Ha
llegado la hora de decir NO en muchas ocasiones, de mandar al carajo los
compromisos no básicos y las obligaciones.
Pasó la hora de las responsabilidades desvelantes.
Ahora nos gusta estar solos, disfrutar buenas
conversaciones con gente que no nos insulta y que cree lo mismo que nosotros o
que no le importa que opinemos diferente.
Es
la hora de hablar de todo sin necesidad de sostenerlo como medio de defensa.
Es hora de ver películas, de estar en una quinta durante
la semana, de leer, de escribir, de fantasear, de escuchar, de sonreír y de
burlarse de la mayoría de los mortales que viven pendientes de las pavadas.
Nosotros ya demostramos que las responsabilidades fueron
bien atendidas por nosotros mismos, que hicimos las cosas lo mejor posible, que
dejamos huellas, que somos buenas personas.
Lo que nos queda de vida es para nosotros, para
disfrutar, para cumplir el mandamiento divino de amarnos a nosotros mismos. Por
eso vamos a hacer lo que nos da la real gana.
Viajar al máximo, tomando café con amigas y amigos,
conversando con todo el que nos encontremos y nos dé la gana...
Ya
pasó la época de los roles. Lo que fuimos, fuimos; ahora somos para nosotros
mismos sin tener que rendir cuentas a nadie.
Los demás seguirán su camino de responsabilidades y de
afanes, de preocupaciones, nerviosismos y distress. Nosotros ahora, estamos por
encima del bien y del mal.
Vamos a museos, asistimos a conferencias y si no nos
gusta nos vamos sin que nos importe, redescubrimos al Quijote y a Fernando
González.
Ahora asistimos con mayor frecuencia a entierros y nos
damos cuenta de que se aproxima el nuestro, pero estamos preparados, pues al
fin y al cabo vivir es mortal.
La
vida es para nosotros una profunda experiencia interior, lejos de mitos, ritos,
contricciones, limosnas e interminables pecados.
Es la hora de empezar a relajarnos y de conversar largas
horas con uno mismo, que es el único que permanece siempre, ahora y después de
que abandonemos la nave del cuerpo.
Nos rodean pocos seres a quienes amamos profundamente y
que seguirán viviendo sus propias experiencias, estemos nosotros o no.
Mandaremos para donde sabemos a la gente que nos molesta,
la tóxica.
Quienes nos buscan sin egoísmos van a encontrar una sonrisa,
una mirada tierna y comprensiva, un consejo acertado o no, un gran afecto.
Somos,
ahora sí, libres de pavas y estructuradas ataduras, de prejuicios.
Somos libres si no le tememos ni a la vida ni a la
muerte.
Muchos
me preguntan, ¿qué hacen las personas después de jubilados?
Bueno,
yo tengo la suerte de ser graduado en ingeniería química y una de las cosas que
más me gusta hacer es transformar cervezas, vinos y otras bebidas
alcohólicas.......... en orina,
y la
paso muy bien..."
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