Aunque
digan que el sexo sin penetración no es sexo, se ha puesto de moda una conocida
práctica que contradice esta afirmación y puedo dar fe de ello. Le dicen
‘peeting’ (viene del verbo ‘to pet’, que significa acariciar, mimar, consentir)
y consiste en llegar a punta de besos y de tocarse. De ‘bluejeaniar’.
El secreto es no pensar. Dejarse llevar, excitarse con el
roce de la ropa y el movimiento del cuerpo. Tocar y dejarse tocar hasta
alcanzar el clímax. Se vale jugar con lubricantes, hielo, crema chantilly,
plumas o disfraces. La
clave es explorar al otro, descubrir sus zonas erógenas y lograr que sienta el
mismo placer que con el sexo convencional.
El ‘petting’ no se aprende, se hace.
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