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NO TENEMOS QUE JUSTIFICARNOS


Es cierto que muchas de nuestras decisiones suelen suscitar preguntas y a veces dudas de aquellos que nos rodean. Siempre nos encontraremos con personas que tienen algo que decir y juzgan a diestro y siniestro nuestra actitud y forma de actuar ante la vida. Algo que parece simple pero que a la larga o repetido en el tiempo constantemente puede medrar en nuestro corazón y forma de amarnos.

No debemos ni estamos obligados a dar explicaciones y justificarnos. Aunque seamos muchos los que hemos recibido una educación en la que no hacerlo nos puede hacer sentir que fallamos.

«Si no tienes la libertad interior, ¿qué otra libertad esperas poder tener?»
-Arturo Graf-

A continuación te contamos cuando no tienes que justificarte aunque tus creencias o educación te digan lo contrario. Ten en cuenta que ante quien debes responder siempre es a ti, por muchos que otros intenten que te justifiques ante ellos…

Tus prioridades en tu vida no tienes por qué explicarlas
Cada uno de nosotros somos únicos e irrepetibles. De ahí que nos podamos encontrar en nuestro camino existencial sí o sí alguna persona que difiera de nuestros gustos o actitudes ante la propia vida. Tú tienes tu propia idea y sabes bien que tienes qué hacer para vivir bien y ser justo contigo mismo o tú alrededor.

Tenemos sueños, metas y deseos diferentes los unos de los otros. Aprender a empatizar y respetar es esencial a la hora de no juzgar algo tan sagrado como lo son nuestras prioridades vitales. Tú mismo eres quien decide y tiene el poder de elegir. De ahí que no tengas por qué justificarte ante nadie cuando hagas o dejes de hacer ciertas acciones.

No pidas perdón por aquello que no te da pena, no has hecho mal o no te conmueve

Eres libre de sentir tus propias emociones. De ahí que si no te sientes culpable por algo que otros creen que has hecho, no te pongas una máscara que tu cuerpo a la larga te culpará por ello, por dejar de ser tú mismo. Da igual lo que piensen otros, esa es tu decisión y cambiará cuando así te lo parezca. Si en realidad sientes que no es necesario pedir perdón, ¿por qué hacerlo? ¿por qué los demás te lo exigen? No dejes que otros te digan cómo debes sentirte y qué debes hacer… Respétate y sobre todo, sé fiel a ti mismo.

El tiempo que pasas a solas es solo cosa tuya, no tienes por qué dar explicaciones. Es cierto que todavía, aunque seamos maduros e inteligentes emocionalmente, nos cuesta decir «no» a muchas citas o encuentros y querer no acudir a determinados eventos por apetecernos estar en soledad. Tememos parecer presuntuosos, arrogantes e incluso antisociales. Pero no nos damos cuenta de la importancia de tomar tiempo para nosotros mismos en muchas ocasiones y permitir esa desconexión que nos ofrece el silencio y el relax que conseguimos por ello. Desear pasar tiempo solo contigo mismo en realidad es un comportamiento normal y necesario para un bienestar emocional sano en tu día a día. No te preocupes por dar explicaciones del tiempo que pasas a solas y mantén esa sana costumbre que tanto bien, en su justa medida, te hace. Tú decides en qué pasar tu tiempo y de qué manera, que otros no lo comprendan no implica que debas explicárselo.

Respetar las creencias personales de los demás es necesario, pero no por ello tienes que aceptarlas. Empatizar implica respeto y aceptación por aquellos que pueden diferir en tu forma de pensar. E igualmente ocurre al revés. Los seres humanos compartimos emociones, vivencias, experiencias y creencias. Todo lo que nos convierte y hace que seamos “nosotros mismos”. Que alguien comparta todo eso contigo no quiere decir que tengas que asumirlas y estar de acuerdo con ellas. Pero sí te invito a que seas transparente y no hagas como que estás de acuerdo. La sinceridad es primordial para disfrutar una sana relación: hazle saber de forma respetuosa que no piensas igual, y si no te apetece explicar por qué, no tienes por qué hacerlo.

Nadie tiene que obligarte a decir “sí”: Venimos a este mundo con el derecho a la libertad, a sentirnos libres de tomar las decisiones que nosotros creamos aptas y sanas para nosotros mismos. Y por ende para las personas que amamos. Dicen que las personas más exitosas son aquellas que han dominado el arte de rechazar lo que para ellos mismos no es una prioridad o simplemente no quieren llevar a cabo.

Es importante agradecer y ser agradecidos, pero no tengas miedo a decir no si así lo sientes. El respeto por uno mismo es primordial y a rechazar algo que no quieres te valida a ti mismo como persona única y ser humano extraordinario. Nos ayuda a marcar nuestros propios límites y hacernos respetar.

El camino que has escogido en tu vida es sagrado, no tienes por qué dar explicaciones a nadie de dicha elección. Vivimos en un sistema que nos educa bajo la regla de que el trabajo es solo responsabilidad y quebraderos de cabeza. Que si trabajamos no podemos disfrutar ni sentirnos vivos durante la misma jornada laboral. Y elegimos pensar así porque creemos que es lo correcto o por lo que pueden decir.

Recuerda que eres dueño de tu propia vida, de aceptar las críticas y aprender de ellas. Pero nunca de sentirte mal por lo que crees que es sano para ti. Hacer lo que te encanta te convierte en lo que de verdad eres, te da alas para tocar la mejor versión de ti mismo. Te alienta a ser mejor y en consecuencia a regalárselo al mundo. Si te ponen en duda recurre al elegante “no te ofendas, pero no es asunto tuyo“. Ellos tienen el poder de hacerlo o no en sus vidas, tú lo mismo.

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