Un
número primo es un número que no puede expresarse como producto de dos números
distintos de sí mismo y uno.
El
15 = 3 x 5, con lo cual 15 no es un número primo;
12 =
6 x 2 = 4 x 3, con lo cual 12 tampoco es un número primo.
En
cambio 13 = 13 x 1 y no es el producto de ningún otro par de números, por lo
cual 13 es un número primo.
Hay números de los que no hay manera de decir a simple
vista si son primos o no. Hay ciertos tipos, en cambio, de los cuales se puede
decir inmediatamente que no son primos. Cualquier número, por largo que sea,
que termine en 2, 4, 5, 6, 8 ó 0 o cuyos dígitos sumen un número divisible por
3, no es primo. Sin embargo, un número que acabe en 1, 3, 7 ó 9 y cuyos dígitos
sumen un número no divisible por 3, puede que sea primo, pero puede que no. No
hay ninguna fórmula que nos lo diga. Hay que ensayar y ver si se puede escribir
como producto de dos números más pequeños.
Una
manera de encontrar números primos consiste en escribir todos los números del 2
al más alto posible, por ejemplo el 10.000. El primero es 2, que es
primo. Lo dejamos donde está y recorremos toda la lista tachando uno de cada
dos números, con lo cual eliminamos todos los números divisibles por dos, que
no son primos. De los que quedan, el número más pequeño después del 2 es el 3.
Este es el siguiente primo. Dejándolo donde está, tachamos a partir de él uno
de cada tres números, deshaciéndonos así de todos los divisibles por 3. El
siguiente número sin tachar es el 5, por lo cual tachamos uno de cada cinco
números a partir de él. El siguiente es el 7, uno de cada siete; luego el 11,
uno de cada once; luego el 13..., etc.
Podría pensarse que después de tachar y tachar números
llegará un momento en que todos los números mayores que uno dado estarán
tachados y que por tanto no quedará ningún número primo superior a un cierto
número primo máximo. En
realidad no es así. Por mucho que subamos en los millones y billones, siempre
quedan números primos que han escapado a todas las tachaduras.
El matemático griego Euclides ya en el año 300 a. C.
demostró que por mucho que subamos siempre tiene que haber números primos superiores a esos. Tomemos los seis primeros
números primos y multipliquémoslos: 2 x 3 x 5 x 7 x 11 x 13 = 30.030. Sumando 1 obtenemos 30.031. Este
número no es divisible por 2, 3, 5, 7, 11 ni 13, puesto que al dividir siempre
dará un resto de 1. Si 30.031 no se puede dividir por ningún número
excepto él mismo, es que
es primo. Si se puede, entonces los números de los cuales es producto
tienen que ser superiores a 13. De hecho 30.031 = 59 x 509.
Esto mismo lo podemos hacer para el primer centenar de
números primos, para el primer billón o para cualquier número. Si calculamos el producto y
sumamos 1, el número final o bien es un número primo o bien es el producto de
números primos mayores que los que hemos incluido en la lista. Por mucho
que subamos siempre habrá
números primos aún mayores, con lo cual el número de números primos es infinito.
De cuando en cuando aparecen parejas de números impares
consecutivos, ambos primos: 5, 7; 11, 13; 17, 19; 29, 31; 41, 43. Tales parejas
de primos aparecen por doquier hasta donde los matemáticos han podido
comprobar. ¿Es infinito el número de tales parejas de primos? Nadie lo sabe. Los matemáticos, creen que sí,
pero nunca lo han podido probar. Por eso están interesados en los
números primos. Los números primos presentan problemas aparentemente inocentes
pero que son muy difíciles de resolver, y los matemáticos no pueden resistir el
desafío.
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