Los santos (latín sanctus; griego ἁγίος hagíos,
hebreo qadoš 'elegido por
Dios' o bien 'diferenciado', 'distinguido') son hombres o mujeres destacados en las diversas
tradiciones religiosas por sus atribuidas relaciones especiales con las
divinidades o por
una particular elevación ética; este segundo sentido se preserva en tradiciones
espirituales no necesariamente teístas.
La influencia de un santo supera el
ámbito de su religión cuando la aceptación de su moralidad adquiere componentes
universales: por
ejemplo, es el caso de Teresa
de Calcuta o Gandhi,
y, en general, al menos hasta cierto punto, de todos los fundadores de las
grandes religiones.
Los
vocablos hebreo y griego para
“santidad” transmiten la idea de puro o limpio en sentido religioso,
apartado de la corrupción. La santidad de Dios denota su absoluta perfección moral.
En español se utiliza la palabra santa
delante del nombre de una mujer
(por ejemplo, Santa Ana de Nazareth). Cuando se trata de un hombre se utiliza siempre la apócope san,
con las excepciones de Santo Tomé, Santo Toribio, Santo Tomás y Santo Domingo,
en las que se emplea el término completo y Santiago (como Santiago Apóstol).
La palabra santo se utiliza como
adjetivo para indicar una relación directa con Dios. Por ello, se aplica a personas (los
santos), lugares (como el Monte Athos), textos (como las Sagradas Escrituras),
etc.
En
muchas tradiciones religiosas teístas son los intercesores o los protectores y son objeto de
culto por entenderse que, después de muertos, disfrutan de la compañía de la
divinidad.
En la tradición cristiana se trata de
personas destacadas por sus virtudes y son como modelos capaces de mostrar a
los demás un camino ejemplar de perfección.
Como,
de acuerdo con la Biblia, Dios
es amor, la principal virtud de los santos es, consecuentemente, su capacidad
para amar a Dios y
a los demás seres humanos.
La religión cristiana considera además
que toda la humanidad está llamada a ser santa y a seguir a los santos, que representan el ejemplo de
creencia y seguimiento de Dios, cuya vida puede resumirse en un solo concepto: el amor al ser supremo.
En la
Iglesia católica el reconocimiento de un «santo» se produce después de un proceso judicial
llamado canonización. Actualmente, sólo el papa, a quien se llama
protocolariamente «Su Santidad», puede determinar la santidad de fieles
católicos. Este proceso tiene análogos en algunas otras confesiones cristianas.
En el budismo, al no existir el
concepto de Dios, un santo es una persona iluminada o cercana a la iluminación
y, por consiguiente, al Amor Universal. De este modo, es su karma el que determina su grado de pureza espiritual, el
cual puede ser verificado por medios metafísicos (percepción extrasensorial de
los chakras) por otros santos. Al orar y fijar el pensamiento en una figura santa o en algo
relacionado con ella, se entra en conexión metafísica respecto a determinado
campo de la conciencia con lo que representa dicha figura y con todos
los que estén y hayan estado pensando u orando sobre lo mismo. El objetivo no es realmente
venerar lo sagrado, sino entrar en conexión con la conciencia universal,
aunque, para evitar el apego, no suele recalcarse ningún objetivo. Actualmente,
y para santos aún vivos o de vida reciente, se usan también fotografías.
Catolicismo
Para los católicos, los santos forman
la llamada Iglesia triunfante e interceden ante Jesucristo por la humanidad, por los vivos en la Tierra y
por los difuntos en el Purgatorio: es la llamada comunión de los santos. Todos
ellos, incluso los que no han sido oficialmente reconocidos como tales, tiene
su festividad conjunta en el
Día de Todos los Santos, que se celebra el 1 de noviembre y que para los
católicos representa que, más allá del número de personas canonizadas (es
decir, de las cuales la santidad se afirma sin ambigüedad y se les puede
venerar), hay abundantes cristianos (e incluso no cristianos en sentido
estricto, como Abraham, Moisés, David, Job), que han alcanzado el ideal de
comunión con Dios.
Existen
más de 10 000 beatos y santos.
Iglesia ortodoxa
La santidad es para la Iglesia ortodoxa
una participación en la vida de Cristo, y los santos son llamados así en la
medida en que son cristóforos,
es decir, suficientemente obedientes a la figura de Cristo como para
representar fielmente su imagen, ser su icono.
Anglicanismo
En la
Comunión anglicana y en el Movimiento anglicano de Continuación, a partir de su
fundador Enrique VIII de Inglaterra, el tratamiento de santo se refiere a la persona que ha sido elevada por
la opinión popular como persona pía y sagrada. Los santos son considerados modelos de santidad
a ser imitados, y como una “nube de testigos” que fortalecen y alientan al
creyente durante su viaje espiritual (Hebreos 12:1). Los santos son considerados hermanos mayores en
Cristo. Los credos anglicanos oficiales reconocen la existencia de los
santos en el cielo.
Mormones
La
Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días fundada y edificada por
Joseph Smith reclama que es la misma iglesia que Cristo estableció y que ha
sido restaurada en nuestros días en preparación para la segunda venida del
Salvador. Y de ahí, como
su nombre indica, la Iglesia dice que sólo se diferencia de la Iglesia
primitiva en que los santos, o los miembros de la iglesia, viven en estos, los
últimos días.
Judaísmo
El término hebreo para la santidad (en
hebreo, קדושה qedušah) significa «apartamiento» o «separación». En la religión
hebrea, lo «santo» es lo «diferente» o «apartado», y en ese sentido Yahvé es
«santo», distinto del mundo profano. Los objetos y las personas se «santifican» por su relación
con Dios, habitualmente a causa
de la elección divina, o por una ofrenda especial hecha a la divinidad.
Así, por ejemplo, el «Lugar Santísimo» del Templo de Jerusalén era el santuario
más reservado del mismo, separado espacialmente del resto de los atrios, para
significar su propiedad especial por parte de Dios, y esta «santidad» se
extendía a Jerusalén, la «ciudad santa», los «días santos» reservados para el
culto a Yahvé, y también se extiende al pueblo hebreo (elegido por Dios para
recibir la Ley y transmitir las profecías bíblicas).
Islam
El
sunnismo conoce los wali, expresión
susceptible de ser traducida como santos. El chiismo reconoce santos cuyas tumbas son
destinos de peregrinajes lo mismo que el sufismo. Para este último caso
se podrían citar como ejemplos, los llamados Siete santos de Marrakech, venerados
en el Islam popular marroquí y la veneración de la tumba del místico Yalal
ad-Din Muhammad Rumi en Turquía, entre otros. Varias formas minoritarias de
reformismo islámico, como el wahhabismo, rechazan a los santos y lo consideran idolatría.
Budismo
Los budistas en su doctrina veneran a
los arahants y bodhisattvas y, en el Tíbet, a los monjes lamas. Al Dalái Lama y
al Karmapa se les llama protocolariamente «Su Santidad».
Hinduismo
Los
practicantes del hinduismo hacen reverencia a sus gurús, santones o siddhas, maestros espirituales de vida
ascética.
Sijismo
El concepto de santo o bhagat se
encuentra en el pensamiento norindio incluyendo el sijismo. Figuras como Kabir, Ravidas,
Nanak y otros son ampliamente consideradas como pertenecientes a la tradición
Sant. Algunas de sus composiciones místicas están incorporadas en el Gurú
Granth Sahib. El término
“Sant” aún se aplica libremente a individuos vivos y comunidades relacionadas.
Diáspora africana
La santería cubana, el vudú haitiano,
la umbanda y el candomblé brasileños, así como otras religiones sincréticas
adoptaron los santos católicos, o al menos sus imágenes, y les aplicaron sus
propias deidades.
Son adorados en iglesias (donde aparecen como santos) y en festivales
religiosos, donde aparecen como las deidades. El nombre santería era
originalmente un término peyorativo para aquellos cuya adoración de los santos
se había desviado de las normas católicas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios