Cuando la envidia de otros te quiera
hacer daño, actúa con amor y no abandones tus sueños.
Todos los seres valiosos se enfrentaron
a esa plaga pero no se engancharon allí y siguieron adelante.
Sé humilde y, sin pavonearte, aprende algo y recuerda que solo envidian al que hace algo
valioso.
Eso le
sucedió a Miguel Ángel cuando el Papa Julio II le encargó la construcción de su
futuro sepulcro y el artista aceptó el reto.
Diseñó
un majestuoso monumento con
cuarenta estatuas de mármol y un sarcófago de bronce.
Pero
los envidiosos convencieron al Papa de que le encargara pintar el techo de la Capilla Sixtina.
Creían
que no podría porque
brillaba como escultor, no como pintor.
Y el genio les calló la boca.
Nos
dejó una obra única y, quién lo creyera, cambió la envidia de pocos en la admiración de millones.
No le hagas caso a la envidia.
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