Las buenas metáforas tienen poder para
tocar el corazón y eso lo han sabido siempre los buenos poetas y los prosistas
inspirados.
También
son poderosas para grabar
en la mente lo que simbolizan y expresan con un lenguaje profundo, colorido o celestial.
La
metáfora que, de modo acaso inconsciente guía tu vida, tiene un gran influjo y ojalá sea radiante y
positiva.
De modo
consciente o sin percatarse algunos repiten: “La vida es un desastre”, “la vida
es un sacrificio” o “tan complicado que es todo”.
Eso
decretan sin cesar, y eso es lo que viven por ley de atracción y porque lo que mucho decretas, se
concreta.
Es
mejor si repites: “La vida
es bella”, “la vida es una gran aventura”, “la vida es un milagro”, “amo y agradezco la vida”.
Examina
cuál es la metáfora que te marca y cambia la que sea horrible por una bella,
motivante y retadora:
“La vida es un paseo con obstáculos
superables”, “la vida es un valioso aprendizaje”, “mi vida es una bendición”.
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