Aunque
son muy vivaces, son conscientes del deterioro que pueden sufrir físicamente.
De los 60 para adelante ya se siente muy cerca la anhelada tranquilidad. “La
culpa, muy de las mujeres, va disminuyendo cada vez más, particularmente a esta
edad en la que no hay una sociedad que nos acuse –de mala madre, de mala ama de
casa, de mala mujer–, como sí pasa, injustamente, con otras edades”,
dice Imelda Arana, docente e integrante del Consejo Directivo de la Red
Latinoamericana de Educación Popular entre Mujeres.
Por otro lado, se empieza a acostumbrar a la jubilación. La inactividad no hace
parte de su rutina, y se
tienen muchas amistades que se han afianzado a partir de sus actividades.
“Hay
mucha más ‘compinchería’ con amigas. Con ellas buscan actividades
recreativas, como ejercicio y viajar”. “Ya pensionadas, hay tiempo y ahorros”.
Algo particular de las sesenteras de ahora, a diferencia
de las generaciones anteriores, es que no se sienten viejas. “Antes las mujeres
se ‘deterioraban’ más, lucían más aseñoradas”, dice María Elena López. “Ahora tienen mucha energía,
entusiasmo, vitalidad para hacer cosas”.
Aunque son muy vivaces, son conscientes del deterioro que
pueden sufrir físicamente. Estiran,
se hidratan, desayunan bien antes de ir a hacer cualquier actividad y procuran
que esta no sea de alto impacto. A veces la salud, incluso, les preocupa
demasiado, pero la muerte es un tema que ya han venido entendiendo.
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