Una frase del Corán dice que “las
riquezas oxidan el corazón”, aunque no siempre es así.
Hay ricos en dinero que también son
ricos en amor y generosidad,
pero suelen ser la excepción.
Un rico sabe que detrás de un ataúd
jamás van un carro de valores
y otro de trasteos, pero de saber a sentir hay un abismo.
Se necesita un golpe fuerte, una
enfermedad grave o
una muerte, para despertar
y compartir.
En este
sentido recuerdo que Madre Teresa le dijo estas palabras a un rico que quería
ir a Calcuta a ayudar: “Usted
puede encontrar a Calcuta en cualquier parte del mundo si tiene ojos para ver.
En cualquier lugar al que vaya encontrará gente no amada, abandonada e indeseada. Quizás en su
propio hogar no piden pan, sino amor; no demandan techo sino afecto; no sufren hambre, sufren soledad y desprecio”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios