Damos
excelente fruto con nuestros talentos y forjamos un mundo mejor, al poner el
corazón en lo que hacemos.
El
trabajo no es un castigo ni un tormento, si lo hacemos con el ansia de servir y
generar progreso.
Por eso conviene crear un clima laboral grato,
basado en el respeto, la
confianza y la colaboración.
Aún el trabajo más fatigoso se hace llevadero donde hay
amistad, estímulo, justicia y afabilidad.
Entonces se cumple lo que decía Carlyle: "El trabajo es la mejor
medicina para las desgracias que abruman a la humanidad".
La
recompensa más valiosa de una labor, no está tanto en el dinero
ganado cuanto en el placer de servir.
Una
recompensa que va unida al gozo de tener otra familia en el sitio de trabajo, si se labora con
amor. Algo que se logra venciendo el egoísmo, desterrando las intrigas y
tratando a los demás como
queremos ser tratados.
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