Según
las más recientes investigaciones, dejar que la mente deambule sin control es
la receta perfecta para incentivar la creatividad y la productividad.
Permitirse
divagar es un lujo que hoy muy pocos se dan. Aunque se trata de sentarse a
hacer nada y dejar que la mente vuele a su antojo, cada vez la gente le dedica
menos tiempo, y los principales obstáculos parecen ser el exceso de trabajo, la
vida acelerada y la sobrecarga de información.
Estudios recientes afirman que en un día normal la gente es bombardeada con
información equivalente a 174 periódicos, cinco veces más que en 1986.
Otro sondeo reveló que en promedio los empleados gastan más de la mitad de su
semana laboral recibiendo datos irrelevantes. Las personas hoy trabajan horas
extras porque la tecnología los conecta a sus asuntos pendientes por donde
quiera que vayan. La gente
vive bajo la consigna de no hay tiempo que perder.
Ese panorama de gente ocupada las 24 horas del día y los
siete días de la semana inquieta a los psicólogos, porque cada vez más hay evidencia de la
importancia de darle recreos a la mente.
Cuando la gente la deja vagabundear, tal y como sucede en
los ratos de ocio, esta se involucra en uno de los procesos más interesantes de
la inteligencia: el de la creación. No tener ni un segundo para desengancharse estaría impidiendo a la
gente generar ese tipo de procesos que son la base para el desarrollo personal
y social.
Según un profesor de psicología de la Universidad de
McGill, en Canadá, el
cerebro no está capacitado para manejar tanta información y solo puede poner
atención a una cosa a la vez. Con la sobrecarga de datos su foco debe
saltar constantemente de un tema a otro y el resultado de esa intermitencia es
una fatiga mental que no parece resolverse ni siquiera con muchas noches de
sueño.
El experto explica que el cerebro tiene dos modos dominantes de atención: el
positivo y el negativo. El primero se activa cuando el individuo se enfoca en una tarea
y para ello evita todo tipo de distracciones. El negativo toma el mando cuando la mente está divagando.
Las dos redes funcionan como un sube y baja: cuando el uno está activado, el
otro está en reposo.
Los científicos aseguran que gracias al modo vagabundo
del cerebro, y no al enfocado, la humanidad logró hitos como el fuego, las
pirámides, la penicilina, el ADN y otras maravillas. En este estado de la mente
hay un flujo de información entre ideas y pensamientos no organizados que es
responsable por los grandes y pequeños eurekas del ser humano. La gente lo vive a diario
cuando hace algo que no requiere una atención enfocada y sostenida. “De repente
aparece la respuesta a un problema”.
La evidencia científica señala que el estado natural de la mente
humana es la divagación y aun en ese modo nunca deja de trabajar, por lo que el
ocio mental está lejos de ser el desierto cognitivo que muchos creían.
Un psicólogo de la Universidad de Harvard, pudo comprobarlo luego de un experimento en el que
constató que la mayoría pasa el 46 por ciento del día con su mente en el modo
contemplativo.
En
esos momentos se dan los chispazos de creatividad. Pero además de eso,
las pausas mentales sirven para afirmar la propia identidad, entender el
comportamiento humano y generar códigos éticos. Es la oportunidad para
comprender lo aprendido, consolidar los datos recientemente acumulados,
memorizar la información más sobresaliente y repasar habilidades importantes,
así como dejar que las tensiones que no han sido resueltas surjan a la
superficie y la persona establezca cómo resolverlas.
Sin
embargo, esos minutos para soñar despiertos cada vez son más escasos ante los
nuevos estímulos tecnológicos. “Estos aparatos están diseñados para
reemplazar nuestro tiempo libre con ‘contenido’ y distracción general. Cuando
permitimos que esto pase, dejamos que las posibilidades de desarrollar un mundo
interior o de pensar diferente a las multitudes digitales desaparezcan”.
La
sociedad actual se está moviendo hacia un tipo de pensamiento más superficial
porque “si solo se alimenta con videos de Beyoncé, únicamente responderá a ese
tipo de estímulos”.
Además de la tecnología, otro obstáculo es que el tiempo
libre tiene una connotación negativa en la sociedad moderna. “El discurso
dominante es que hay que estar ocupados, o al menos parecerlo, porque eso es
visto como sinónimo de productividad”.
Estas ideas se inculcan desde la niñez cuando los papás
tratan de llenar el tiempo libre de sus hijos con actividades extracurriculares
para que nunca se aburran. Seguramente ellos no saben que el tedio, según los
científicos, es la ventana
por la cual la mente sale a divagar y en lugar de cerrarla hay que dejarla bien
abierta.
Tal vez por eso la gente se siente culpable cuando no
hace nada. Recientemente, investigadores de las universidades de Harvard y
Virginia, en Estados Unidos, encontraron
que a la mayoría le genera incomodidad quedarse inmersa en sus propios
pensamientos aun por un tiempo corto.
Algunos prefirieron recibir electrochoques que quedarse
solos echando globos con su mente. “Es posible que al ser tecnologías de fácil
acceso, la gente las prefiera a estar inmersa en sus propios pensamientos”.
Poco
a poco las compañías más importantes del mundo están aceptando la noción de
hacer la pausa. Google, Facebook, Apple, Coca Cola, Ford y otras de la
lista de 500 de la revista Fortune, han hecho alianzas con Energy Project, una
empresa cuyo mantra es opuesto al de más horas más productividad. “Tienen como pilar de su trabajo
la idea de tiempo de desconexión”.
Se recomienda
hacer siestas de diez minutos para evitar la fatiga cognitiva y partir la jornada
de trabajo en períodos de 30 a 50 minutos. “El ‘email’ y las redes sociales se debe
revisar a horas destinadas para ello”. Es importante convencerse de que el concepto de
multitareas es una falacia. El cerebro tiene un interruptor para pasar
del sistema de atención enfocada al de la mente distraída. Cuando hay
interferencias –timbres del celular, alarmas del computador, mensajes,
etcétera.–, ese interruptor se activa y mientras más lo haga, más cansado
estará el cerebro.
Nada
mejor para inducir la mente a ese estado divagador que escuchar música o hacer
una caminata por un parque. Algunos recomiendan tomar nota después de estos
periodos de divagación para que las nuevas ideas no queden en el olvido.
Las vacaciones, pero las completamente desconectadas de la tecnología y el
trabajo, también son cruciales para darle un respiro a la mente.
Aunque muchos no lo vean, la simple idea de que los problemas necesitan tiempo
libre para ser resueltos puede llevar a tener impacto en la sociedad.
“Cada actualización del estado en Facebook, cada trino o mensaje electrónico
compite por recursos en el cerebro con otros dilemas de la vida como dónde
invertir sus ahorros o cómo reconciliarse con su mejor amigo”. Después de todo,
no fue precisamente enfocado y concentrado sino totalmente disperso en una
bañera donde Arquímedes comprendió el principio de la flotación. Y fue en una
tarde relajada en su jardín cuando Isaac Newton concibió la teoría de la
gravitación universal, mientras que Paul McCartney compuso Yesterday en el
misterioso mundo de sus sueños.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Por favor, escriba aquí sus comentarios