¿Te
gustaría aprender inglés o alemán?
¿o
quizá tocar la guitarra y el piano?
Seguro que en tu vida tienes multitud
de objetivos que te gustaría llevar a cabo y no terminas de dar el primer paso.
Es posible que alguno de estos
objetivos se encuentre en el horizonte de las cosas que te gustaría realizar. Sin embargo el ritmo
de tu día a día te impide tomar la decisión definitiva de llevarlos a cabo.
Piensas en el poco tiempo del que
dispones o en el dinero que te vas a gastar. Van pasando los días y tu objetivo sigue
intacto en algún lugar del fondo de tu mente. Como esa vajilla que guardas para
la ocasión especial con unos invitados que no terminan de llegar.
Un estudio ha demostrado que la mayoría de las veces no
conseguimos nuestros objetivos porque no somos realistas respecto a ellos.
Solemos
cometer 2 tipos de errores
a la hora de pensar en nuestros objetivos:
1. Somos pesimistas respecto a la
situación actual:
Pensamos que es muy complicado integrar el objetivo dentro de nuestra vida
actual tal y como es ahora.
2. Somos demasiado positivos respecto
al objetivo:
El objetivo nos resulta tan excitante y gratificante que pensamos que tarde o
temprano acabará por realizarse sólo. Seguro que te suenan frases del tipo “ya
aprenderé inglés” o “algún día me iré un año al extranjero”, etc etc. Esos días
dorados nunca terminan de llegar.
La
consecuencia de estos dos errores es que no acabamos de dar el paso que nos
acerque al objetivo.
Existe
una tercera alternativa que resulta más efectiva para cumplir objetivos. Esta alternativa consiste en
hacer un análisis de la realidad mediante la técnica del contraste.
Para
el estudio se seleccionaron 136 personas a las que se dividió en 3 grupos y a
cada uno de ellos se les
pidió que pensaran de forma diferente en resolver un problema. El
problema podía consistir en encontrar la manera de integrar un objetivo dentro
de sus vidas actuales.
Grupo 1: Debían mostrarse muy críticos y pensar en los aspectos
negativos de su situación actual para encontrar la solución al problema.
Grupo 2: Debían dejarse llevar por el problema y mostrarse
optimistas respecto a la resolución del mismo. Debían imaginar un
escenario donde el problema ya estuviera felizmente resuelto.
Grupo 3: Este es el grupo del contraste. En primer lugar
los miembros de este grupo debían imaginar una visión positiva del problema resuelto. A
continuación debían valorar
los aspectos negativos de su situación actual.
Resultados
Los participantes del grupo de
contraste se mostraron mucho más proclives a tomar acción respecto a su
problema.
Ya fuera enfrentándose a él e integrándolo en sus vidas o desechándolo por
completo al comprender que no se podía realizar. Por el contrario los participantes de los grupos 1 y 2
seguían perdidos en tierra de nadie, sin acabar de tomar una decisión
respecto a su problema.
El hecho de forzar al grupo 3 a tener
dos visiones del problema les permitió separar la fantasía de la realidad. Como consecuencia obtuvieron una
imagen del problema mucho más realista y objetiva que les permitió tomar
acción de inmediato o por el contrario pudieron eliminar el problema de sus
mentes. Además les
permitió adquirir conciencia sobre su deseo por resolver el problema al
comprender las cosas que deberían dejar de lado para conseguirlo.
La
mayor parte de las personas formamos parte de los grupos 1 y 2 de forma
natural. O somos demasiado
realistas o por el contrario fantaseamos demasiado sobre nuestro futuro.
Estas dos maneras de pensar paralizan nuestra decisión de tomar acción y nos
impiden cumplir objetivos.
El
mejor consejo es el siguiente: si tienes algún sueño por realizar ponte ya manos a la obra o elimínalo
por completo de tu mente. Los sueños están para realizarlos, no para despertar
de ellos.
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